Thirty five.

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21 de septiembre y el otoño ya estaba entre nosotros, día jueves. La verdad que en el trascurso de la semana lo habíamos pasado muy bien los dos juntos, Él y yo. Cada día me encontraba con algo nuevo de él ¡Qué digo cada día! ¡A cada minuto! Sin contar las horas de tutoría extra que teníamos dado a que la Sra. Fuller quería que lo ayudara con unos proyectos de él que habían quedado pendientes y además eso sumaría más puntaje para mi, nos pasamos los días fuera de casa, paseando, conociendo lugares que en toda una vida viviendo allí no conocí, pasear por la arena de Long Beach y sentir el viento fresco chocar en nuestra cara. La estábamos pasando muy bien desde que comenzamos a ser algo, por así decirlo.

La atracción se vuelve más fuerte a cada momento, yo no puedo disimular muy bien de que algunas veces mi vista se desvía a sus fuertes brazos o a su trasero. O que cuando me abraza me imagino ese pecho desnudo rozando mi piel es imposible pensar santo con un hombre que está tan caliente como el infierno. ¡Seamos sinceras! Ustedes estarían igual que yo con un chico de 1,80 con fuertes brazos, trasero redondo y sonrisa de comercial.

No sé si a él le pasará lo mismo, varias veces hemos tenido esas bromas que se prestan para doble sentido, pero nunca a tocado nada que no se deba tocar es más creo que la tensión de la última vez que hubo demasiado contacto físico entre nosotros le impide volver a tener esa iniciativa y no lo culpo, pues a mí también me da un no sé qué. Ya no pienso en él cómo un bastardo pero recordar eso es fuerte aún y no es algo cómo que se vaya a ir tan fácil de mi cabeza.

Dejo un rato descansar a Evan de mi presencia de cinco días seguidos e invito a Clarie a tomar un trago en nuestro bar. Los dos tenemos que tener una vida social fuera de esa relación.

Clarie me acepta con gusto, entusiasmada porque debe contarme sus cosas, como si fuera una adolescente que recién descubre cosas sobre chicos. Estoy segura de que su cita con James ha salido mejor de lo que esperábamos y por eso está tan entusiasmada.

– Soy toda oídos. – le digo cuando me siento en frente de ella sorbiendo un vaso lleno de cerveza rubia.

– Estas muy ansiosa ¿eh?

– Es que te juro que aún no puedo creer que tú hayas aceptado una cita con Adams.

– Bueno, es más o menos lo que pasó contigo y Stone.

– Bueno, pero pero no sé, nunca lo esperé de ti tanto que te veías con tanto odio hacia él.

– ¿Te cuento lo qué pasó?

– Venga, cuéntame.

– Salimos. Me llevó hasta un lugar donde hacen un filete espectacular. Conversamos. Nunca pensé que James podría ser tan sociable y gracioso.– con su dedo enrolla un mechón de su cabello rubio. – Me reí como nunca con algunas anécdotas de él en su adolescencia temprana. Luego fuimos a dar un par de vueltas por la ciudad y me dejó en mi casa. – sonríe. – pensé que se propasaría o que se aprovecharía de lo bien que lo habíamos pasado para besarme o intentar algo, pero sólo se despidió con un beso en la mejilla y se fue. Es cómo si fuera otra persona. Estoy anonada.

– Pues yo también. – abro mis ojos sorprendida.– no puedo creer que me estes hablando de James Adams. ¿Estás segura que es él?

–No sé. Bueno, si sé pero no wa decir.

Me largo a reír a carcajadas– Eres de lo peor, Clarie.

Conversamos un rato más sobre su cita, y luego fuimos por ahí a ver algunas vidrieras en las boutiques del centro.

***

Evan–

Patrick pasa por mi casa para dejarme una chaqueta que le había prestado el otoño pasado y no me la había devuelto.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora