Siempre suya, Jefe.

10. Estoy contigo, hermosa.

El fin de semana llego. Damen y yo estuvimos planeando ir de viaje a una linda cabaña para tener un tiempo a solas en un lugar especial. La única ocasión en la que pudimos salir fue hace un día al cine, pero necesitábamos más, uno del otro. Deseaba tanto estar sólo con Damen, que este viaje me emocionaba tanto. Empacamos una pequeña maleta con alguna ropa de ambos y comenzamos nuestro viaje en el auto de Damen. Puse un poco de música y mientras el tomaba mi mano y platicábamos sobre el trabajo y otras cosas de nosotros sonaba "In The name of love - Martín Garrix". Yo cantaba y al ritmo movía mis manos de vez en cuando, estaba totalmente feliz, Damen me amaba y yo a el, cada día me enamoraba más de el. En los semáforos cuando estaba en alto aprovechábamos para besarnos.

- ¿Sabes? Me hice una prueba de ovulación con "clear blue" Y dice que estoy en días perfectos para quedar ¡Embarazada! -le dije tan emocionada durante el alto.
- ¡Mi amor! ¿Hablas en serio? -reacciono totalmente emocionado, hace tanto tiempo que deseamos tener un bebe, lo habíamos intentado pero por alguna razón tal vez no era el momento y no podíamos quedar "embarazados".

Damen tomo mi rostro y rápidamente lo acerco al suyo chocando nuestros labios en un hermoso y pasional beso, sus labios se encajaban a los míos perfectamente como engranes hechos el uno para el otro. Cuando nos perdimos en ese beso un impactante impulso nos separo, haciendo que nuestros cuerpos se movieran sin voluntad aparente hacia adelante, Damen no había usado el cinturón de seguridad y salió del auto rompiendo el cristal del auto, yo, me golpee fuertemente en el cristal antes de lo sucedido con Damen, el cinturón me jalo con fuerza hacia el asiento y al estrellarnos en el muro de un puente los vidrios rasgaron mi rostro, quedando así inconsciente.

- Tranquila, estoy contigo hermosa.
Podía escuchar en un sueño muy profundo la voz de Damen diciendo esas palabras, yo lo sujetaba de mi mano y sin saber por que, sentía un miedo inexplicable, en cambio Damen se veía tan tranquilo. Ambos vestíamos de color blanco, quería caminar junto a el, pero luego dijo:
- Suelta mi mano, mi amor. Es tu hora de despertar, y yo me tengo que ir.