06. Dulces sueños.

3.5K 130 4
                                    

La suite era enorme, gracias a dios habían dos camas y en cuartos diferentes. Pero sin puerta. Entré rápidamente y tome el teléfono, Damen debe estar muy preocupado por mi. Marque el número y le conté lo ocurrido, no le mencione que mi jefe estaba conmigo, sólo que me había hospedado en un hotel para pasar la noche. No podía creer que le estuviera mintiendo, pero lo que menos quería era estar lejos de el y peleados. En el refrigerador habían algunos alimentos, así que cenamos, ambos callados, aunque el me miraba seguido. No puedo negar que es atractivo, es un hombre guapo, su perfume era envolvente y fuerte, olía delicioso era muy varonil.

Terminamos de cenar y después de cepillar mis dientes me dirigí a una de las habitaciones, estaba cansada, los tacones me mataban, me quite el vestido y me coloque una bata de dormir que estaba junto a la cama, agradecí a Justin su amable atención. No esperaba lo siguiente, se encaminó hasta donde me encontraba y de mi cintura me acerco fuertemente a el. Su respiración era pesada y sus ojos no dejaban de mirar mis labios, me quede en shock, no supe reaccionar, su olor me envolvía pero mi mente me maldecía.

- ¿Que rayos hace? ¿No le quedo claro que tengo novio? - le discutí furiosa.
- Sólo intentó agradecer lo que hizo por mi, señorita Posner.

Tomo mi rostro en sus manos y de impulso plantó sus labios en los míos, oh no maldita sea, ¿que diablos estas haciendo Justin? Me maldije y me reproche en mi mente. Sus besos eran tiernos y a la vez como los de todo un mujeriego, eran deliciosos, no había tenido un beso igual, sus labios suaves y embriagantes, sumamente perfectos. Al poco tiempo se separó de mi y sonrió de manera cínica, como victorioso de que logró lo que quería, enviarme directo a sus pies. Es un completo estúpido.

- Creo que, ya no tienes novio. Dulces sueños. - dijo sarcásticamente.
- Es un idiota, un maldito imbécil. Jamas volverá a poner una mano sobre mi -le grite enfurecida, quería darle una buena bofetada pero el ya se había ido de ahí dejándome gritar sola.

Siempre suya, Jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora