27. Tú ¿Otra vez?

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Después de aquella entrevista no quedo duda que el empleo era mío. No sería asistente de nadie más. Me encargaría de dar atención al cliente y capturando datos sobre gastos, ventas y contratos realizados por la empresa.

Mañana sería mi primer día.
Me despedí amablemente y me dirigí a casa, debía descansar y prepararme para conservar este empleo el mayor tiempo posible.

Cruce cuidadosamente la cera, no quería ahora sí experimentar de nuevo un accidente. Camine mientras disfrutaba del aire fresco que se colaba por mi cara y mis cabellos. A una cierta distancia podía observar la entrada de mi casa. El auto de Justin se encontraba ahí estacionado, aquí vamos de nuevo, reproche y maldije por que no podía olvidar todo esto de una vez por todas.

Me miro furioso, estaba confundido también pero me fulminaba con esos ojos mieles. Cerró fuertemente la puerta de su coche y se acercó a mi con paso decidido.

- ¿Que diablos fue eso Ashley? - me dijo en cuanto también me acerque a el.
- Por favor Justin, sólo querías divertirte un rato conmigo. - frunció el ceño extrañado. - fingir que te importaba sólo para tener una chica con quién divertirte en tu casa.
- ¿De que hablas? ¿Cómo puedes creer eso de mi cuando me importas más que mi propia vida? ¡Me enamore de ti, maldita sea! - grito, atrayendo algunas miradas.

Entonces me congele, quede completamente sorprendida, anonada y sin palabras.

- Así es, me enamore de ti. Es por eso que no puedo apartarme de ti, quiero verte todos los días, así estemos discutiendo siempre. - me tomo en sus brazos.
- Y ¿que hay de tu prometida? Justin, ¿como puedes decir eso sí estas próximo a casarte? Además yo no siento algo más por ti.

Su mirada se desvaneció, sus nudillos se apretaron y después de 5 segundos su respiración cambió. Haberle dicho eso lo enfureció de más.

- ¿Por que has dicho eso? ¿De dónde lo has sacado?
- Alguien me lo dijo. Justin, es mejor continuar solos. - saque las llaves de mi casa que llevaba en el bolso.
- Así era, hasta que me llamaste ebria aquella noche, desde ahí te dije que no me alejaría de ti.

Sus ojos de cristalizaron en lágrimas, jamás lo había visto así y nunca creí que el fuera un hombre que soltara una lágrima por una simple chica. Me tomo del brazo llevándome hacia su carro, tan sólo pudo decir "es hora de aclarar esta mierda"

Siempre suya, Jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora