35. Ya he probado tus labios.

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Nos vestimos mientras el sólo se había colocado un bóxer Calvin y unos jeans ajustados, su cabello aún se veía informal. Yo me coloque un short pequeño y una blusa holgada y transparente que hacia notar un poco mi brassier negro con encaje haciendo juego con mis bragas.

- Tengo algo que confesarte. - murmuro Justin.
- Dime. - respondí. Nerviosa no tenía idea de que diría.
- Ya he probado tus labios antes. - me miro y no puso evitar soltar una risita.
- ¿Como? ¿A que te refieres? - pregunte exaltada.
- Una vez fuimos tu y yo a una cena de negocios, en esa cena obtuve dos contratos importantísimos que me duplicaron el dinero cada uno de lo que tenía hace unos meses. - hizo una pausa mientras yo lo miraba atenta y a la vez confundida. - Yo te pedí que fueras conmigo, puso haber ido alguien más, pero ya había caído por ti.

El silencio en mi no desaparecía, al parecer era algo que yo obviamente no recordaba desde el accidente y comenzaba a preguntarme sí habría hecho algo más con Justin estando con Damen. Pero no, me conozco lo suficientemente bien como para saber que no haría algo tan ruin.

- Lucias preciosa con aquel vestido negro ajustado a tu cuerpo y ese escote tentador para cualquiera. - dijo y al instante se sonrojó. Mordía su labio de nervios. Mi rostro no mostraba ninguna expresión.

- Al salir había una tormenta horrible, quise llevarte a casa pero era imposible. Así que tome la decisión de hospedarnos en un hotel.

Oh no.

- ¿Que hemos hecho? ¿Tú y yo...? - me interrumpió frenéticamente y nervioso.
- No, no, no no tuvimos nada íntimo. Sólo no pude contenerme las ganas de probar tus labios.
- Supongo que te odié después de eso. - dije segura. No me altere, porque después de todo ya no había mucho que hacer.
- Así fue. - replico.

Se acercó a mi lentamente y retiró aquella blusa holgada que llevaba puesta, mi piel se erizó al roce de sus dedos. La tiro al suelo mientras yo seguía aquella imagen con la mirada. Justin tomo mi rostro y lo dirigió hacia el suyo uniendo nuestros labios una vez más.

- Nunca me cansare de tu sabor. - dijo él; tomando aire y besándome nuevamente, sus besos eran deliciosos y embriagantes.

Siempre suya, Jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora