21. Durmiendo... Juntos.

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Al terminar de comer Justin había sido tan amable en acompañarme a mi casa, la cual estaba hecha un desastre. Me había rogado, suplicado y ordenado en sólo ir por algunas pertenencias importantes, ropa formal para el trabajo, ropa interior y cosas más personales. La urna de las cenizas de Damen yacían sobre una linda mesita que yo había decorado con algunas fotografías nuestras. Pero decidí dejarlo, suena cruel, pero sabía que me deprimiría y quería salir adelante.

Subí a su auto después de haberme sostenido la puerta para entrar, como buen caballero. Al entrar me dedico una mirada, posó su mano sobre la mía y apenas y pudo hacer una leve sonrisa.

- ¿Nos vamos?
- Arranca. - mis ojos se inundaron de lágrimas.
Me extendió un pañuelo que guardaba en el bolso de su camisa, tenía su aroma impregnado, era un olor tan varonil y envolvente, que al restregarlo sobre mis ojos no pude evitar olerlo.

- ¿Que pasara mañana? ¿Que pensara la gente cuando sepa que estoy en tu casa?
- ¿Que tiene de malo que una mujer tan preciosa me haga compañía? - sonrió, sin mirarme.
- ¡Hablo enserio Justin! - alce la voz.
- Me importa un carajo, lo que la gente piense. Soy el Jefe nena, yo decido que hacer. - su voz sonaba egocéntrica, podía ser un caballero y después un idiota.
- ¿Tu decides que hacer conmigo también? No soy el juguete de nadie, mi amor. - intenté sonar de la misma manera que el.

Él sólo rio, sabía que yo también podía ser casi como el. Aunque fuera en broma, le parecía gracioso. Al llegar me adentre en la habitación. Su casa era para alguien solitario, no recibía visitas, lo dejo en claro. Pero conmigo había cierta excepción, aunque la idea de tener que compartir la misma cama con el, me disgustaba, me sentía mal conmigo misma y con Damen. Me coloque una pijama de ancianas, sí dormiría con el no quería tentarlo de ninguna manera. Me recosté sobre la cama mientras observaba aquella foto de Justin sobre el mueble, lucía hermoso de traje, cargaba a un tierno niño Rubio "Jesus Christ ¿es su hijo?"

- ¿Te gusta esa foto? En el cajón hay más, por sí quieres usmear. -contesto grosero.
- ¿Que te sucede? - coloque la fotografía en su lugar.
- ¿Por que diablos estas vestida como mi abuela? -me miro disgustado de la cabeza a los pies.
- ¿Que te importa? - me cubrí con la sábana, aún más. No soy una prostituta, mucho menos algo tuyo.

Camino hacia mi, sigiloso me puse algo nerviosa sospechando que haría algo indebido y lo sabía, era un error hacer esto, es una locura y algo tan irónico.

- Traeré la cena. - dijo. Aliviando mi respiración.

De regreso venía con una charola, en la cual llevaba dos platos con crema de champiñones y pan tostado, dos cafés y jugo de naranja. Ah y un lindo detalle de una rosa junto a mi tazón.

Cenamos, todo estaba riquísimo. Agradecí por la cena, cepille mis dientes y ya agotada me acosté. Justin también lo hizo pero puse mi condición de que el mantendría cierta distancia. Lo cual por el amanecer no funciono porque amaneció acurrucado junto a mi, sentí una cierta sensación lo cual está vez hizo que no quisiera levantarme asustada.

Siempre suya, Jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora