20. Intentando vivir.

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- Ashley, quédate unos días aquí - suplico. ¡Yo cuidare de ti!
- Justin, no puedo. ¡Entiéndelo por favor! - comencé a guardar la ropa en mi bolso. ¿Cómo crees que podré estar aquí? Siendo una molestia.
- Pues lo siento, pero no te dejaré ir y es una orden. - me fulmino con la mirada, hablaba muy enserio.
- ¿Quién me va a detener? - lo rete. ¿Tú?
- Pues no saldrás de aquí, es mi última palabra. - se cruzó de brazos estorbando la salida de la habitación.

Por más que trate forcejear con Justin, nunca pude moverlo, todas mis fuerzas eran inútiles. El sólo reía, hasta que en un momento le resulté ser tan molesta que término enfadado, levantó la voz y con sus fuertes brazos me tomo y me aventó sobre la cama, no tan violentamente. Era un maldito controlador.

- Prepárate para comer. Cocinare yo. - cerró la puerta.

Mierda, idiota Bieber ¿quién se cree para tenerme aquí? Puedo cuidarme sola. Además ¿que será de mi casa? Todas mis cosas y mi vida con Damen se habían quedado ahí, me importaba un carajo la comida, saldré de aquí a como de lugar. Estaba muy agradecida por otra parte con Justin, fue el único que cuido de mi mientras estaba hospitalizada. Era un conflicto dejarlo con tal detalle de cocinar por ser grosera, pero el también es un insoportable controlador ¿para que quiere cuidar de mi? Nada nos une, ni sí quiera recuerdo como era nuestra relación antes del accidente.

No se como actuar con el, no se sí mostrar mi agradecimiento por cuidarme, el ha dicho que lo único que quiere es que me haga daño, que caiga en un terrible vicio y lo peor, que viva deprimida el resto de mis días. Supongo que está intentando que vuelva a vivir.

Me calme, pase un largo tiempo sentada en la orilla de la cama mirando la sortija. Imagine como hubiera sido mi vida casada con Damen, era maravillosa.

Justin toco suavemente la puerta y tomo asiento junto a mi, me miro tan tierno y me regalo la mejor sonrisa que había recibido desde la última vez que vi a Damen. Me rodeo con sus brazos acercándome a su pecho, susurró un "lo siento"  en mi oído.

- Se que no quieres estar aquí, pero no quiero que estés sola en casa, puedes volver a tu trabajo, mañana mismo sí tu quieres. - me sonrió dulcemente.
- No lo se, es decir sí quiero. - asentí.
- Prepare espagueti a la boloñesa ¿comemos juntos? - entrelazó su mano a la mía, lo que hizo que mi corazón se acelerará.
- ¿alguna vez me has besado? - enseguida me avergoncé de tal acto, pero no aparte mi vista de sus labios.
- No. -respondió seco. Soltó mi mano y se levantó sonrojado.

Siempre suya, Jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora