La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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UCLA - CENTRO MÉDICO
9:00AM
Era inevitable. La manera en la que aquellas mundanas palabras me habían atropellado con estrépito, oprimiéndome el pecho por el significado que traían impreso en cada letra, lograron golpear con rudeza mi resistencia por lo evidente.
Aquel diagnostico parecía ser el más obvio teniendo en cuenta los antecedentes de Vicky, ¡yo mismo tenía el presentimiento de que eso pasaría! Pero no podía evitar sentirme preocupado por lo que todo aquello quería decir. La noticia me había llegado tan repentinamente, que cuando menos lo pensé la opresión primera se había desbordado en un incongruente llanto de angustia.
El silencio del consultorio solo se veía interrumpido por mis inestables e incontrolables sollozos, mientras sentía que la mano de Vicky seguía extendida sobre mi hombro.
—¿Y ahora? —preguntó—. ¿Ahora qué sigue?
La voz del doctor llegó a mis oidos junto a su respuesta. —Bueno, señorita Ferrell, a pesar de que se trata de una enfermedad complicada no puedo ocultar mi sorpresa ante el estado de la misma.
—¿Sorpresa? —La voz de Vicky demostraba su curiosidad. Fruncí el ceño, y posé las manos sobre mis ojos ejerciendo presión, pero no levanté el rostro.
—Sí, el cáncer de laringe tiene cuatro estadios. Por su pasado influido por el tabaco creí que se encontraría en estadio tres o cuatro que son los más complicados. Por el contrario, el estadio dos es más tratable —explicó.
Aquello me hizo reaccionar. —¿Entonces Vicky no se va a morir? —pregunté irguiéndome de golpe en la silla, pasé mi brazo con rapidez contra mi rostro, ocultando las lagrimas que había derramado.
—No, señor Highman, la señorita Ferrell ha tenido suerte —respondió logrando que silbara de alivio. Un fresquito se coló en mí, logrando que me tranquilizara—. Acompáñenme, quiero mostrarles algo —añadió poniéndose de pie y acercándose a las pantallas donde aún estaban los resultados. Vicky y yo lo seguimos—. Todos los exámenes que pedí no eran solamente para comprobar la presencia del cáncer, sino para saber si se había esparcido a otros órganos haciendo metástasis. Afortunadamente y como se ve en los exámenes, los pulmones y la cabeza están libres del tumor y este solo se encuentra en su cuello —explicó señalando las imágenes—, más exactamente en la glotis que es donde se alojan las cuerdas vocales. Por eso su voz suena más ronca, a pesar de que el tumor aun esta pequeño no deja que las cuerdas se muevan normalmente.
—¿Entonces hay tratamiento? —se interesó Vicky. Su expresión lucía también tranquila.
—Por supuesto. —Por primera vez luego del diagnostico, el doctor sonrió—. Los cánceres de garganta se pueden curar si se detectan a tiempo y ese es su caso. Si el cáncer se ha diseminado a los tejidos circundantes o a los ganglios linfáticos en el cuello, casi la mitad de los pacientes se pueden curar, pero aquí vemos que ni siquiera se diseminó.