La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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THE ROXBURY DISCOTECA
10:20 PM
—No, no pienso entrar ahí, Victoria —aseguré mientras retrocedía un paso.
—Lo siento, Alex. Sí vas a entrar, yo entré ayer a tu restaurante —recordó jalándome del brazo—. Además, el vigilante ya nos vio y me da vergüenza no entrar.
—¿Y qué tiene que ver el vigilante? —pregunté mientras terminábamos de llegar a la entrada, Vicky se empinó y le dio un beso fugaz al hombre en los labios y entonces lo entendí, luego giró y mientras me guiñaba un ojo pasamos delante de la larga fila.
El lugar era prácticamente igual a como lo recordaba. The Roxbury fue el bar más famoso de los 90's pero cerró durante un tiempo y hacía un par de meses me enteré que sería remodelado y reinaugurado. La verdad era que nunca pensé que entraría de nuevo, aquel lugar fue cuna de muchas locuras en mi adolescencia.
—Espero que por lo menos hayas reservado algún lugar —hablé por encima de la música electrónica que retumbaba por cada rincón.
—No te preocupes —respondió ella mientras llegábamos a una zona menos llena en el segundo piso y que estaba vigilada por un par de hombres de seguridad, Vicky se empinó de nuevo y habló a uno de ellos al oído, luego nos dejaron pasar. Nos sentamos en unos de los tantos sillones que se encontraban en el lugar y nos dispusimos a iniciar lo que sería una noche larga.
12:10 AM
—Creo que ya estas demasiado alegre, Vicky —repuse después de verla tomarse su sexta copa. Si, sexta.
—¡Yo no estoy ebria! —negó rápidamente—. Pfff... ebria —repitió— que palabra más graciosa. —Rio mientras pedía otra ronda.
—Yo no te dije ebria, Vicky, solo... alegre —dije negándole al mesero la ronda que había pedido, tomé el puro de la mesa y le di una calada profunda. Aun me daba esos lujos del tabaco.
—Como digas, ¿tienes más fuego? —pidió mientras se ponía otro cigarro en los labios.
—¿Más? —pregunté escandalizado—. ¡Llevas siete en menos de dos horas, Victoria!
—¿Siete? —repitió bufando mientras me quitaba la candela de las manos—. Solo llevo uno por copa —agregó encendiéndole y dándole una fuerte calada—, y solo llevo dos copas.
—Llevas seis Gin Tonics, Vicky. —Le quité la candela y la guardé en mi pantalón—. No más por hoy.
—¿Y tú qué me dices? También fumas y tomas —reclamó.
—Solo en ocasiones como estas, Vicky. Además, solo llevo dos copas de Bourbon y un puro.
—Pues yo no estoy ebria —concluyó mientras se ponía de pie como si nada. Ni un tambaleo, ni una señal de ebriedad. La miré sorprendido mientras iba a la barra por otro Gin Tonic y regresaba cabeceando al ritmo de la música hasta que se sentó frente a mí—. ¿Qué? ¿En serio pensaste que estaba ebria? —preguntó y soltó una carcajada—. ¡Alex! ¡Veinte! ¡Veinte años! ¿Y no sabes reconocer cuando hablo en broma y cuando no?