SANTA MONICA
10:55 PM
Mi matrimonio con Alexander había estado lleno de muchas dichas, entre ellas el ser madre de mi primer hijo, Elijah.
Toda mi familia había adorado a Alex desde que lo conocieron. Sin importar su pasado, él se los ganó con su personalidad encantadora y arrolladora, tal como lo había hecho conmigo.
Era un excelente actor, un maravilloso padre y un consentidor esposo, sin embargo, y aunque no me gustaba pensar en eso, creía que la perfección era cosa difícil de hallar en esta vida, si era que se hallaba en algún momento.
Hasta hacia unos meses las cosas parecían perfectas, pero desde hacía unos días sentía algo diferente, no sabía qué, pero sí sabía que las cosas estaban diferentes.
Alexander me estaba ocultando algo.
Me estaba ocultando algo, y con lo peligrosa que solía ser la mente, solo me podía imaginar lo peor.
Desde hacía varias semanas, Alexander me esquivaba cuando intentaba acercarme cariñosamente, ya no me acariciaba como antes y parecía tensarse cuando le insinuaba que estuviéramos juntos. Eso me preocupaba.
¿Tendría una amante?
No, me reprendí, Alexander sería incapaz de ser infiel.
Nunca había llegado tarde a dormir, no había recibido mensajes extraños o comprometedores y no tenía ningún inconveniente cuando le había revisado el celular. No había llegado con olores femeninos impregnados en su ropa y tampoco con marcas de labial en el cuello que lo delataran.
No tenía de que preocuparme, me dije.
Seguro solo era un altibajo en la relación, habíamos caído un poco en la rutina y eso era normal en cualquier relación. Solo debía esperar un poco.
—¿En qué piensas? —La voz de Alexander interrumpió mis pensamientos. Levanté la mirada del libro abierto en mis piernas, del cual, si acaso había leído un par de líneas, y lo encontré recostado en el marco de la puerta con un vaso de agua en su mano.
—En nada —respondí agitando la cabeza levemente—. ¿Elijah ya duerme?
—Sí. Tuve que leerle de nuevo esa historia completa para que se durmiera —repuso mientras entraba a la habitación con una sonrisa en sus labios—. Olvidaste tomar tu vaso de agua —añadió pasándomelo mientras se acomodaba en su parte de la cama.
—Gracias cariño —repuse sin poder evitar que mis entrañas se removieran con enternecimiento. Gestos tan pequeños y absurdos como ese hacían que me enamorara de él cada vez más.
Cerré el libro y lo puse en mi mesita de noche al tiempo que me quitaba las gafas de lectura y las acomodaba junto al libro. Alexander revisó su celular y lo silenció antes de ponerlo en la mesita de su lado de la cama.
—Alexander...
—¿Dime?
—¿Podemos hablar?
La mirada de Alexander demostró sorpresa, pero accedió. —Por supuesto.
—Estoy segura de que recuerdas todo de lo que hablamos el día en que me pediste matrimonio —supuse.
—Así es. ¿Por qué? —La confusión volvió a cruzar por sus ojos avellana.
—Recuerdo que hablamos de lo mucho que queríamos formar una familia —continué—. Tú ya tenías a Ian, pero estabas de acuerdo en tener más hijos...
—Ajam —musitó con detenimiento.
—Estaba pensando en eso, y creo que podemos empezar a hablar de un segundo hijo —solté de golpe observando cada reacción de mi esposo.
Alexander permaneció en silencio, mirándome con fijeza, y estaba segura, por su mirada, que miles de pensamientos le invadían la mente.
—¿Entonces? —Mi voz lo sacó de sus cavilaciones.
—Sí. Creo que podemos empezar a hablar —meditó—, pero también creo que debemos tomarnos las cosas con calma. Como te estás dando cuenta un hijo requiere de mucha responsabilidad y tiempo, la responsabilidad es lo de menos en nuestro caso, pero con la firma del contrato de la saga para los próximos años... —chasqueó la lengua— debemos tomar ese tema con cautela. Además, Elijah aun esta pequeño así que creo que podemos esperar un poco más —habló en tono preciso.
Sonreí levemente y asentí. —Tienes razón, Alexander. Podemos tomarlo con más calma. Que descanses —dicho esto me estiré y posé un suave beso en su mejilla antes de girarme en la cama.
Alex permaneció unos segundos en silencio, finalmente escuché el sonido de las sabanas cuando se estiró y apagó la lámpara, se recostó y todo quedó en silencio.
A pesar de todo, no podía permanecer tranquila.
Esa conversación no había expresado mucho, en realidad él tenía razón en todo lo que dijo. Sin embargo, la incertidumbre no me dejaba en paz. La duda se había plantado en mi corazón.
Cerré los ojos y entonces los abrí de golpe. ¡Eso era!
Solo una persona conocía a Alexander como nadie. Esa era la persona con la que tenía que hablar para salir de dudas.
+++
Casi nunca escribo estas anotaciones, por no decir que nunca lo hago, pero hoy sentí que podía romper esa regla...
Como verán, este capítulo ha sido narrado por Sophie. Y no será el único...
Sentí necesario ver un poco las cosas desde su perspectiva, y espero haber acertado :)
ESTÁS LEYENDO
El momento [in]oportuno #WeAreWorld
RomanceLa amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre. ¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos? ¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo? El amor ha cambiad...