La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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ECHO PARK
3:45 PM
Las grabaciones de la película en Inglaterra terminaron rápidamente y ya solo hacían falta algunas tomas que serían realizadas en las réplicas que se hicieron de los sets y que estarían en Los Ángeles, así que el regreso a la ciudad estaba preparado.
En esa ocasión viajamos junto al resto del equipo en un avión privado que Alex decidió usar, Jake y Chloe iban charlando animadamente mientras que Sophie iba dormida en el hombro de Alex. A pesar de que la mirada de Alex expresaba su incomodidad, prefería no tener que ser testigo de sus muestras de afecto. Me resultaba imposible no sentirme mal.
Al llegar a la ciudad cada uno tomó su automóvil con destino a sus respectivos hogares. Alex y yo nos despedimos con un abrazo que a pesar de que me reconfortó, no calmó la sensación de angustia que sentía al separarme de él después de lo que habíamos vivido en Londres.
Decidí regresar a casa, la que había dejado de lado cuando quise alejarme de Alex, y Chloe me acompañó también.
—Me da gusto saber que no soy la única que sabe de la relación —repuso mientras me ayudaba a limpiar los muebles de la casa. Los últimos inquilinos la habían dejado hacía más de un mes atrás y todo estaba empolvado.
—Sí —estuve de acuerdo—, de alguna manera es como si nuestra carga se hiciera más liviana de llevar.
—Además Jake es un buen hombre —agregó.
—¿Tú crees?
—¿Acaso tu no? —preguntó de vuelta.
—No sé. —Hice una mueca confundida—. Digo, es una gran persona, pero ha sido infiel varias veces —comenté.
—Lo mismo que tú y Alexander, Marivi.
—Lo sé, y por eso lo digo —asentí—. Si me preguntas, yo no confiaría en alguien como yo.
—¿Tampoco confiarías en alguien como Alexander?
—Él es diferente —respondí de inmediato.
—¿Por qué? —cuestionó—. Aquí los dos son infieles, no solamente tú, no puedes defenderlo simplemente porque si —aseguró—. Prima, creo que estas exagerando.
—¿Ah sí?
—Sí. Marivi, entiendo que te sientas mal por lo que están haciendo, pero no lo están haciendo por maldad sino porque ustedes se aman, y eso hace que el significado cambie. Asi sea un poco. Bien dicen que, en la guerra y el amor, todo se vale.
—¿Aunque eso incluya que un tercero sufra? —inquirí.
—Todo se vale, Marivi —repitió Chloe.
El resto de tiempo que gastamos limpiando todo decidimos hablar de otras cosas menos complicadas que la que estaba viviendo en aquel momento. Chloe me acompañó a cenar y minutos después se marchó dejándome sumida en los pensamientos y sintiendo, por vez primera, que aquella casa era demasiado grande para mi.