Capítulo 61

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DOWNTOWN L.A.

4:20PM

Una de las cosas que siempre había tenido claro, no solo desde que empecé en eso de la actuación, sino desde que era un niño, era de que existían solo dos tipos de noticias: buenas, o malas. Nunca un intermedio.

Pero justo en ese momento, empezaba a dudar acerca de aquella máxima con la que había crecido.

El primer sentimiento que me invadió ante la buena nueva fue de sorpresa, luego emoción y finalmente preocupación y frustración. Una frustración que sentí en lo mas profundo de mi corazón, y que sabía no se marcharía nunca.

Todo había acabado, y lo hizo para siempre, pensé de inmediato.

Sin pensarlo dos veces llamé a Vicky y le pedí que nos viéramos. Era urgente, así que la cité en una cafetería en el centro de la ciudad.

Ella me conocía, y lo hacía tanto que a veces dudaba de si no lo hacía más de lo que yo mismo me conocía. Notó mi nerviosismo en la llamada, pero lo que tenía que decirle era en persona, aunque supiera que quizás me partiría el alma en dos hacerlo.

El gabán junto a la boina me cubrían de la fría brisa, una llovizna empañaba ligeramente la ciudad mojándome mientras escuchaba la campanilla de la entrada sonar a mi llegada a la cafetería. Reconocí la silueta de Vicky sentada en una de las ultimas mesas del lugar, y caminé hacia ella sin pensarlo dos segundos. Su cabello oscuro caía por espalda mientras que su cabeza estaba cubierta por un simpático gorro de lana azul, y en un instante la melancolía me atropelló. Por mi mente corrió la idea de devolverme, ya no estaba seguro de poder hacer aquello.

Pero cuando di un paso atrás, ella se giró y con una sonrisa en su rostro se puso de pie para recibirme con un abrazo que terminó de desarmarme.

No pude evitarlo, y me aferré a ella con desesperación, y sin importarle que la estuviera mojando, me abrazó con fuerza. La opresión que venía creciendo en mi pecho estalló y, sin premeditación alguna dejé que la angustia me dominara y las lagrimas se resbalaran de mis ojos. Vicky me tomó de los hombros, y retrocediendo, me separó de ella.

—Alex, ¿qué te pasa? —preguntó mirándome con preocupación. Al ver que no reaccionaba, me llevó del brazo hasta la mesa, invitándome a sentar. Ella se acomodó frente a mí, pero dejó nuestras manos entrelazadas sobre la mesa.

—Vicky, no sabes cuánto lo siento, perdóname —murmuré.

Frunció el ceño. —No te entiendo, Alex.

—Te perdí, Vicky.

Vicky suspiró y negó con la cabeza. —Alex, ya habíamos hablado de esto...

—No, no, Vicky —interrumpí—. Aún quedaba una oportunidad, pero ya no —dije con amargura.

—¿Por qué no me explicas que pasa? —propuso intentando mantener la calma, aunque por su mirada sabía que había logrado inquietarla—. Sabes que no me gusta andar con rodeos. Vamos, Alex, dime.

El momento [in]oportuno #WeAreWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora