La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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ECHO PARK
4:30PM
La urgencia por ver a Vicky me había podido como nunca lo había hecho, y después de comer el almuerzo a medias, había corrido a buscarla a su casa.
Desafortunadamente, había olvidado que Vicky había regresado a trabajar para Stuart y tuve que esperarla durante casi tres horas sentado en el sofá de su sala de estar. Quizás eso sonaba como si estuviera perdiendo mi tiempo estando allí, petrificado y mirando las agujas del reloj avanzar sin hacer nada mas, pero eso me era suficiente como para esperar con ansiedad a la llegada de Vicky.
Hacia pocos minutos había escuchado el reconocible sonido de su auto estacionarse en la calle y fueron cuestión de segundos para que la puerta se abriera y ella entrara con afán directo hacia el segundo piso. En un principio creí que no me había visto, pero después me enteré del porque de su indiferencia.
—¿Qué Sophie estuvo en tu oficina? —pregunté incrédulo mientras la seguía por toda la casa viéndola empacar algunas cosas en una pequeña maleta.
—Sí, ya te lo dije —repitió Vicky—, quería comprobar que estoy enferma. Según ella, dejó de creer en ti.
Fruncí el ceño. —¿Según ella?
—Sí. Yo no lo creo así —explicó dedicándome una corta mirada—, Lane aun te ama a pesar de la canallada que le estamos haciendo —respondió tomando sus implementos de aseo y saliendo de nuevo a la habitación.
—¿Y por eso te vas? —La detuve del brazo poniéndome frente a ella. La razón de su afán había sido muy clara: pensaba tomarse unos días de descanso, y eso parecía incluir lejos de mi.
La idea no me gustaba nada.
—No. Me voy porque David me lo recomendó —dijo.
Enarqué una ceja. —¿David? ¿Quién es ese?
—El doctor Ryan —explicó perdiendo la paciencia.
«Así que ahora lo llamaba por el nombre...»
—¿Y por qué tanta confianza? —quise saber—. ¿No puedes decirle simplemente doctor Ryan?
Vicky se detuvo y sus ojos azules me encontraron con rapidez observándome con detenimiento. —¿Estás celoso?
—¡Por supuesto que sí! ¡Es obvio que le interesas! —exclamé.
—Eso no es cierto.
Me crucé de brazos. —¿Cómo lo sabes?
—¿Y cómo sabes tú que sí? —cuestionó de vuelta.
«Simplemente lo sé», pensé.
—Vicky, no te vayas —dije en cambio—. Si te preocupa Sophie, no le des tanta importancia, jamás se va a enterar —aseguré.
Sabía que afirmar algo como eso era absurdo, pero no podía dejar que Vicky se marchara y yo simplemente no hiciera nada para detenerla.
—No solo me preocupa ella, me preocupa todo. —Suspiró con pesadez—. Esto está mal.
—¿Qué quieres decir? —Un repentino temor me sobrevino al ver como dejaba lo que hacia y se plantaba frente a mi, como si estuviera a punto de decirme algo importante, pero devastador.
—Que no debimos. Que fue un error —respondió—, que es un error.
Moví mi cabeza con celeridad, a modo de negación. —Mira, sé que piensas que debemos terminarlo, pero no quiero rendirme en esto, incluso si no sabemos que es o lo que va a suceder. Quiero no terminarlo. Por favor, ¿podemos no terminarlo? —rogué con los ojos clavados en ella. No podía pensar en dejar a un lado lo que había empezado con Vicky, ya se había vuelto demasiado grande para dar marcha atrás.
—Alexander...
—Nunca voy a encontrar lo que tengo contigo con nadie más —interrumpí tomándola de las manos—. Te amo. Por favor, Vicky, dime que todavía sientes algo por mí. —La miré a los ojos y le supliqué—. Por favor, cariño, por favor. Te lo ruego. Dime que no ha terminado.
—Claro que te amo, Alex —respondió, suspiré con alivio—. No puedo dejar de amarte de un día para el otro, pero a veces el amor no es suficiente. Estas demasiado comprometido para mí. Tienes toda una vida ya formada. —Suspiró y continuó: —Estoy muy rota, Alex, desde hace mucho estoy así. Te mereces algo mejor. Y eso ya lo tienes con Lane —dijo y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas oprimiéndome el pecho con dolor. No me gustaba verla llorar.
Negué con la cabeza y me acerqué un paso mas, juntando nuestras frentes. —Eso no es cierto. Tu eres perfecta. Solo te necesito a ti —afirmé con insistencia.
Sus ojos azules se cerraron con fuerza. —Alex, por favor, no me hagas esto —murmuró.
—Me acabas de decir que me amas Vicky, y de todas maneras piensas irte, ¡porque ese doctor te lo dice! —repliqué como si fuera insolito. Y bien que creía que lo era.
—¡No solo lo hago por él! —exclamó ahogando una mueca de dolor ante aquel esfuerzo—. También lo hago por mí. Necesito alejarme. Estoy cansada de esto.
—¿Y crees que yo no? —pregunté—. Ya no puedo mentirle más a Sophie. Hacerle cualquier muestra de cariño es un castigo para mi y ahora que sabe la verdad nuestra casa es un infierno. También estoy cansado —aseguré.
—¿Y por qué no le pides el divorcio? —reclamó dando un paso atrás y soltando sus manos de las mías—. Si tanto dices que me amas, que estás cansado, ¿por qué no te divorcias? ¿Qué te detiene? —quiso saber.
—Vicky, yo... yo... —Suspiré con frustración— no lo sé.
Sus hombros cayeron suavemente y su mirada se escondió de la mía mientras terminaba de empacar su valija. —Entonces dejemos las cosas así Alexander, es lo mejor.
—No, Vicky —pedí poniéndome a su lado.
—Todo va a estar bien Alexander, dejaremos como si nunca hubiera pasado.
—Vicky...
—Y quizás llegue el día en que me guste alguien más, pero sé que no será lo mismo. Sin embargo, es lo mejor para los dos —continuó sin levantar su rostro.
—Vicky, por favor —intenté detenerla. Escucharla decir todo aquello no hacía más que demolerme, pero también criticarme por no tomar la decisión de hacer nada más.
«¿Por que era tan cobarde? ¿Por que no podía arriesgarme a perderlo todo por ella?»
—Es la mejor decisión que podemos tomar, Alexander —concluyó. Sin detenerse a pensar más tomó la maleta y caminó saliendo de la habitación y bajando hacia la puerta abriéndola para salir. La seguí de cerca con la ansiedad por detenerla bullendome por las venas.
—No te vayas, Vicky. —La tomé del brazo obligandola a mirarme una vez mas—. Podemos lograrlo, no es necesario que hagas esto —aseguré.
—Te equivocas, Alex. Esto es exactamente lo que debemos hacer —dijo con firmeza. Se soltó de mi agarre y salió.
Subió al auto y mientras le cerraba la puerta, arrancó y se fue.
No podía negarlo, aún estaba en shock. Mis piernas fallaron y me dejé caer en el mismo lugar donde estaba. El insoportable nudo que se había formado minutos atrás en mi garganta era incontrolable, pero tampoco me importaba llorar.
Por ser un completo idiota, había perdido a Vicky una vez mas.