La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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UCLA - CENTRO MÉDICO
6:50PM
Finalmente, ni Alex ni yo nos habíamos marchado del hospital en lo que transcurrió de la mañana. La cirugía había quedado programada para las nueve de la noche de ese día por disposición de la sala de operaciones, gracias a que se había cancelado otro procedimiento, y nosotros habíamos tenido que quedarnos llenando un montón de papeles que eran necesarios aparte de los que ya se habían diligenciado.
Luego de almorzar en la cafetería del hospital, y mientras Alex se escapaba durante unas horas a atender una entrevista que tenía programada, yo me había paseado por algunos de los pasillos del hospital. Le había dedicado un buen tiempo a uno de los jardines alternos de la clínica con mi polaroid, y había dejado que unas cuantas lagrimas se escaparan a mi resistencia por algunos minutos. Cuando la tarde había empezado a caer y luego de lavarme el rostro, había comprado una ensalada para Alex y lo había acompañado a devorarsela antes de entrar y sentarnos en la sala de espera.
Alexander había estado hablando los últimos diez minutos con una Lane al parecer no muy conforme con el hecho de saber que su esposo sería el responsable de mis cuidados postoperatorios, pero eso fue lo máximo que supe antes de que Alex caminara hacia la cafetería con su teléfono aun pegado a la oreja.
Le avisé a Chloe y también a Stuart acerca de mi situación, así que fue solo cuestión de minutos y mi prima apareció como un tornado en la sala de espera. La nariz roja y el pobre pañuelo arrugado incontables veces daban cuenta de lo mal que le había caído la noticia.
—¡Oh Dios mío, Marivi! ¿Estás bien? —preguntó sentándose a mi lado.
—Sí, ya te dije que no es grave. ¿Estabas llorando? —cuestioné con asombro.
—¡Claro que estaba llorando! ¡Pensé que te morías! —exclamó abrazándome con exagerada emoción—. Eso te pasa por vivir fumando —recriminó separándose y señalándome hasta el punto de clavarme su dedo indice en el hombro.
—Eso mismo le dije yo —apoyó Alex a su espalda. Chloe giró levemente la cabeza y se paró de un salto para saludarlo—. Vaya Chloe, sigues igual de eufórica que siempre. —Alex me sonrió por encima del hombro de Chloe.
—Y tu igual de buen mozo —repuso ella sonriendo, como si minutos atrás no pareciera una magdalena—. ¿Cómo esta, Sophie? —preguntó con cortesía.
—Bien. Con mucho trabajo —respondió él—. Me contaron que no te casaste —añadió cortando el tema.
—Sí, ya sabes, incompatibilidad de caracteres y esas cosas —explicó quitándole importancia. Miré a Alex y con una mano justo al lado de mi cabeza la roté haciéndole saber lo loca que estaba. Alex reprimió una risa que Chloe logró captar. Esos ojos azules que cualquiera diría eran idénticos a los míos me encontraron con rudeza—. ¿Qué? —preguntó. Me encogí de hombros con inocencia y una disimulada sonrisa.