La amistad entre un hombre y una mujer, el debate de siempre.
¿Qué tan cierto es eso de que un hombre y una mujer no pueden ser amigos?
¿Quien formuló aquella máxima? Y lo más importante, ¿por qué lo hizo?
El amor ha cambiad...
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ECHO PARK
5:44 PM
Vicky me dejó hirviendo la curiosidad con aquella llamada. Me había dicho que teníamos que hablar con urgencia, y su tono de voz no me dio motivo a chistar. Además, me moría por verla.
Conduje hasta su casa, donde me había citado, y la encontré tomando una taza de café. La ansiedad era palpable en sus ojos.
—¿Qué es eso tan urgente que debes decirme? —pregunté luego de que intentara besarla y ella me evitara. Eso no me dio buena espina.
—Tienes que hablar con Lane —dijo con seriedad.
—¿De qué?
—De nosotros, obviamente —repuso—. Tienes que contarle la verdad.
—Claro que no —negué rotundamente—. ¿Por qué?
—Porque empezó a sospechar de ti —respondió cruzándose de brazos. Abrí los ojos con sorpresa—. Así es. Preciso esta tarde hablé con ella.
No pude evitar que el temor se apoderara de mi. —No habrás sido capaz de decirle, ¿o sí?
—Por supuesto que no, Alexander —replicó—, ¿acaso crees que estarías aquí si le hubiera contado la verdad?
—Gracias a Dios. —Suspiré con alivio.
Rodó los ojos. —Además, te corresponde a ti decírselo —completó.
—No lo voy a hacer, Vicky —aseguré de nuevo, sentándome en el sofá.
—Eso es lo que le dije, pero ella insiste en que así es. Dice que ya no eres el hombre tierno que solías ser.
No pude evitar confundirme. —¿Tierno?
—Que no la tocas, que no la besas, ¡que no le haces el amor! —reclamó.
Así que era eso...
La culpabilidad me hizo arrellanar en el sofá. —¿Cómo quieres que lo haga si ya no la amo? Te amo a ti, y tocarla a ella será como traicionarte —dije.
Aunque eso pareció conmoverla, Vicky no perdió su firmeza. —Alex, aquí solo hay una cosa por hacer. O le confesamos la verdad, o simplemente te acuestas con ella para lograr que deje de desconfiar. —La miré con fijeza, tratando de descifrar la seriedad en sus palabras, y descubriendo que su expresión era certera. Pasé las manos por mi cabello con desesperación.