Capítulo 17

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ECHO PARK

9:00PM

Cáncer.

Solo pensar en aquella palabra me causaba un interminable escalofrío.

Ignoré cada ataque de tos que viví por más fuerte que este fuera durante varias semanas, no me reprimí a la hora de fumar y ahí estaban las consecuencias.

Aun pensaba que si Alex no hubiera estado allí cuando tosí sangre quizás simplemente lo hubiera olvidado y hubiera seguido como si nada pasara, pero no, él no me dejó en paz hasta que estuvo seguro de qué era lo que tenía. Y aunque la respuesta había sido tan inesperada, ya creía que no podía esperar nada más.

No fue sino hasta cuando el doctor ordenó todos esos exámenes que fui consciente de que las cosas podían estar mal, y aunque confesaba que por varios minutos me distraje embelesada por el atractivo de aquel hombre, la posibilidad de tener cáncer no dejó de tensarme.

Por un segundo el recuerdo de mis padres llegó a mi mente y me sentí mal porque sabía que los había defraudado. La vida que estaba llevando en esos momentos no era ni de lejos la que ellos habían soñado para mí. Sobre todo la que mi madre hubiera querido para mi.

Sabía que no era algo muy agradable pensarlo, pero me aliviaba saber que ellos no tenían porque presenciar aquella parte de mi vida.

Luego de dejar a Alexander en su casa, y mientras conducía a la mía no pude evitar que mi mente volara hacia los pensamientos más involuntarios.

«Tenía suerte de tener a un hombre como a Alex a mi lado», reconocí.

Como amigo, claro estaba.

Y a pesar de que así lo pensaba, había otra parte de mí que sabía que las cosas ya no eran iguales. Por lo menos no en mi caso. Todo eso que pasó con lo del hospital y el posible cancér sirvió para que mi mente dejara de vagar por aquellos recuerdos, pero en ese momento lo sabía con claridad. Sabía que debía mantenerme a raya con él, y había estado a punto de pedirle que esa noche me acompañara a casa y me dijera que todo estaría bien, así como la noche en que mis padres murieron.

Pero también sabía que nuestra situación era muy diferente de aquel entonces, y que debía cuidar cada paso que diera para evitar que las cosas giraran más de lo que lo habían hecho desde aquel beso.

No era tonta, siempre había aceptado cada cosa que lograba algo en diferente en mí y ese beso no había sido la excepción porque en el preciso instante en que nuestros labios se rozaron, en el preciso segundo en que hicieron contacto, algo cambió en mí. Eso me aterró.

Después, cada vez que pensaba en Alex y el beso se rememoraba, supe que ya no había vuelta atrás. Aun así, había decido ser prudente y mantener una actitud neutra hasta que tuviera claridad de lo que pasaba en realidad con mis sentimientos. No pensaba perder a Alex por un simple error.

El momento [in]oportuno #WeAreWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora