'¿Un asesor? ¿En serio?' '¿Richard Castle?' Una y mil veces el mismo pensamiento revoloteaba en ella. Katherine Beckett no estaba acostumbrada a tener que actuar como niñera de nadie y desde que la capitana Gates le había impuesto la compañía de un asesor, estaba que echaba chispas.
Taladrando a conciencia cada una de las teclas de su ordenador apenas fue consciente de la llegada de Richard Castle a la comisaria. Solo cuando sintió un tono de voz dulce se giró, curiosa por saber de quién era esa voz y hacia quién iba dirigida.
******
- Calabaza, vamos, solo un paso más... - susurraba Richard a su hija, de rodillas, intentando igualar sus alturas. - Serán unos minutos. Te prometo que en nada, nos iremos a casa. Además, ¿no quieres que conozcan a Max?
La niña ni siquiera miraba a su padre. Tenía su mirada perdida en su pequeño cachorro bulldog, que estaba sentado junto a ella, tranquilo, como si supiese que ese era el estado adecuado para que su pequeña dueña estuviese más tranquila, ante un escenario desconocido que le hacía sentir completamente insegura.
- Vamos cariño, solo un paso más, ¿sí? ¿harías eso por mí? - sonrió Richard a su hija mientras acariciaba su mejilla.
Alexis asintió sin pronunciar palabra. - Gracias calabaza. Recuérdame que te debo una. - besó su frente y se enderezó buscando el despacho de la capitana Gates, que justamente, en ese momento, salía a su encuentro.
- Señor Castle, es todo un placer conocerle. - estiró su mano.
- Igualmente capitana - cerró su mano entorno a la de ella.
- ¿Y esta es? - se agachó a la altura de Alexis.
- Alexis. Es un poco tímida. - Richard se excusó ante la falta de palabras de su pequeña.
- Es normal. A cualquier niño de su edad le tiene que impresionar un lugar como este.
A escasos metros Kate no perdía detalle de ese intercambio de palabras. Aunque lo que verdaderamente le llamaba la atención era la actitud de esa niña, de unos cuatro años de edad, pelirroja, incapaz de mirar ni siquiera a su padre y que se escondía en la imagen de su mascota. '¿Qué le habrá pasado?' '¿Por qué es tan retraída'?... Kate pensaba y pensaba sin darse cuenta que la capitana se acercaba a ella.
- Aprovechando que la detective Beckett se encuentra en la comisaria, hacemos ya las presentaciones oficiales. ¿Beckett?
- Disculpe capitana - Kate se incorporó y acortó la distancia entre ellos - Encantada de saludarle. - sonrió a Richard.
- Igualmente. - inclinó su cabeza con una media sonrisa, anhelando que ella se hubiese acordado de él.
Kate no podía apartar su mirada de aquella niña, ni de aquel perro. Parecían tener una relación de complicidad única. Y sin saber cómo ni por qué se agachó a su altura.
- Ey... y esta niña tan guapa que se esconde tras su papá, ¿cómo se llama? - Kate alargó su mano para acariciar al cachorro que se dejó hacer todo tipo de carantoñas con alegría. Alexis dio un paso adelante, agarrando con más fuerza la mano de su padre, curiosa por saber quién era esa chica que le hablaba y que le hacía sentirse segura. - Yo me llamo Kate. - le sonrió mirándole con toda la ternura de la que era capaz.
Alexis tras titubear, levantó su pequeña cabecita y le sonrió, aferrada por un lado a la mano de su padre y por el otro a la correa de su perro.
- Me gusta mucho tu perro y parece muy bueno.
Alexis asintió.
- Le cuesta hablar con los desconocidos. - Richard intentó disculpar la actitud de su hija.
- Es normal, yo también haría lo mismo. - pronunció Kate acariciando el rostro de Alexis que apoyo su cabecita en la palma de la mano de Kate cuando la sintió. - Si queréis me puedo quedar con ella mientras habláis de tu incorporación al equipo.
- Espero no causarte muchas molestias. Mi intención es observar durante varios meses el proceso de trabajo para mi próxima novela.
- Está bien. Yo me quedo aquí. No te preocupes. - Kate se enderezó y le sonrió. Justo en ese instante, cuando intercambiaron sus miradas, Kate sintió que aquellos ojos se habían cruzado con los suyos con anterioridad. Y un extraño calofrío le traspasó de arriba abajo. Llenó su interior de una sensación de cariño y comprensión. Algo que no pudo explicar.
******
Mientras Richard Castle estaba reunido con la capitana Gates, Kate, ayudó a Alexis a sentarse en una de las sillas y en su regazo, a Max. Ella se puso frente a la niña, que le miraba de forma intercalada, mientras de vez en cuando buscaba a su padre, al otro lado del cristal. De pronto, Kate, sorprendió a Alexis con una pequeña figura echa con varios palos y una piedra.
- Te presento a mi amigo Don Palo. Me ha cuidado mucho durante estos últimos años. Siempre está a mi lado... y cuando tengo miedo, me aferro a él y me da las fuerzas suficientes para ser más y más valiente de lo que creo que soy. Y ¿sabes? - ante una perpleja Alexis que no dejaba de mirar aquel extraño muñeco - Ahora me está susurrando que quiere cuidar de ti... ¿le dejarías? - Kate se lo acercó a una de sus manitas mientras Max lo olisqueaba. Alexis lo aferró sonriendo. - Será el secreto de los cuatro. De Max, Don Palo, tuyo y mío.
Alexis asintió contenta y con la ayuda de Kate se guardó a Don Palo en su bolsillo del abrigo.
Cuando Richard Castle salió tras su conversación con la capitana Gates, quedó con Kate en llegar al día siguiente sobre las 10.00 de la mañana, si no se recibía ningún aviso previo, en cuyo caso, sería la propia Kate quien se pondría en contacto con él.
En el momento en el que Richard, Alexis y Max salían de comisaría, la pequeña volvió su mirada hacia Kate mientras esta le guiñaba un ojo. Esa tarde, Alexis, al llegar a casa, subió junto a Max a su habitación, sacó a Don Palo del bolsillo y entró en su armario, donde guardaba parte de sus peluches, y en el pequeño bolso de un canguro, escondió a su nuevo amigo. Era su secreto. El de ella junto a su nueva amiga. Kate.
ESTÁS LEYENDO
La sonrisa de su mirada
ФанфикRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...