Capítulo 3

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Aquella mañana Kate se despertó con un extraño nudo en el estómago, con la intuición intacta y sospechando que durante las próximas 24 horas iba a ser la protagonista de algo desagradable. Poco tardó en descubrirlo, ya que según piso la comisaría, la capitana Gates, estaba esperándola, sentada, justo donde Richard Castle había pasado el tiempo la anterior mañana.

- Tenemos que hablar. En mi despacho. - Gates no dejó tiempo a respuesta alguna, entró a su despacho a la velocidad del rayo.

- ¿Qué ocurre? - Kate entró a los pocos segundos.

- Cierre la puerta, por favor. - le indicó con la mano.

- Está bien. - cerró la puerta y se volvió hacia Gates sin entender nada - ¿por qué tanto misterio?

- Es sobre su madre. - soltó a bocajarro.

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Katherine Beckett que siempre se jactaba por saber controlar sus emociones, cuando llegaba la hora de hablar sobre el asesinato de su madre, todo autocontrol desaparecía. Se sentó. Notó como sus manos comenzaban a sudorar. Como el pulso se aceleraba. Como la respiración era desigual.

- Sé que a pesar de mi insistencia porque dejara de investigar por su cuenta, no me hizo caso. - levantó su mano para frenar las palabras que Kate quiso lanzar en defensa - Déjeme terminar, por favor. No le estoy echando en cara nada. Resulta que sus investigaciones han debido de mover ciertos cimientos y he recibido ciertas presiones para colocarla repartiendo multas, relegándola de todo tipo de actividad más allá de eso. Así que, por favor, Beckett, intente mantenerse alejada. Sé que es su madre, pero al menos, apárquelo momentáneamente.

- Me está pidiendo algo casi imposible. Es mi madre.

- Esto solo ha sido un aviso. Téngalo en cuenta.

- No puedo dejar aparcada su muerte como si no me importase.

- Nadie le está diciendo eso. Pero no cree que sería mejor que, dados los últimos acontecimientos, ¿frene un poco el ritmo? Haga ver que ha paralizado sus investigaciones. Deje que se relajen y cuando pueda asestar el golpe final, hágalo. Si de verdad quiere descubrir quién está detrás de la muerte de su madre, frene, recapacite, y piense los siguientes movimientos a realizar, pero con mayor cautela, para no levantar sospechas.

- Está bien. Seguiré su consejo. - se levantó y salió del despacho dándose de bruces con Richard Castle - ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? ¿No quedamos en que sería yo quien te llamaría? - el tono fue tan cortante que Richard no supo reaccionar de inmediato. Se quedó parado, mirando a aquella mujer que parecía levantar un muro cada vez que cruzaban sus miradas.

- He venido para informar a la capitana Gates que durante unos días no podré venir. Solo a eso. Si me disculpa, simplemente pasaré, hablaré con ella y me iré. Sin molestarla. - la dejó plantada y entró al despacho de Gates.

****


Cuando Richard abandonó la comisaría ni siquiera la miró. Pasó de largo. Kate sintió una punzada de culpabilidad por el trato que le había dispensado. Había una lucha interna que resolver. Por un lado, esa parte que se sentía atraída hacia él y por el otro lado, la razón, recordándole que en su vida no había tiempo para el amor. Solo para la venganza.

No sabía qué demonios hacía ahí. Plantada delante de la puerta de Richard Castle. Pero era incapaz de retroceder, de abandonar aquel edificio y no volver la mirada atrás. Así que, por inercia, sin saber muy bien cómo ni por qué, su mano derecha tocó en la puerta. Justo en ese instante comenzó a desear que no hubiese nadie al otro lado.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora