Kate siempre pensó en casarse, tener hijos, formar una familia. Sus padres le habían inculcado valores tradicionales y a ella, fantasear, siempre le gustó. Pero, tras el asesinato de su madre, sus prioridades en la vida variaron. Dejó de estudiar. Se autoimpuso la obligación de dar captura a los responsables de su muerte. Aparcando todo aquello que un día soñó conseguir. Incluso sus relaciones eran algo pasajeras. No pedía nada. Y tampoco dejaba que le pidiesen nada. Un pacto silencioso que le ofrecía compañía cuando la necesitaba e independencia cuando llegaba el turno de perseguir una nueva pista.
Hasta la llegada a su vida de Richard y Alexis. Ellos habían vuelto a modificar sus prioridades. Ahora estaban ellos. Él. Ella. Ambos la necesitaban. Y ella los necesitaba de igual manera. Tenía claro que su nuevo rumbo, iba cargado de nuevas maletas y nuevas responsabilidades. Y todo aquello, esas nuevas sensaciones, le gustaba.
Aquella noche, después de la conversación con Alexis, pensó que no sería nada descabellado hacerse cargo de la pequeña. Asumir esa necesidad que ambas sentían por formalizar, en cierta medida, una relación que había nacido de forma natural. Alexis, no era de usar y tirar. Quería quedarse en su vida para siempre. Estar con ella a cada nuevo paso. Disfrutar de sus logros. Consolarla en la derrota. Y, fundamentalmente, quererla. El único miedo que sentía era que Richard se opusiera a ello. Aunque una voz interior le aseguraba que su escritor no se pondría en contra de ello.
Así transcurrió su primera noche juntas, abrazadas, en la nueva habitación de Alexis. Kate no la quiso dejar sola. No después de la inseguridad y de los miedos de la pequeña. Quiso tenerla estrechada contra sus brazos, demostrarle que estaba allí, para ella. Que no se iría. Ni ahora, ni nunca.
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El jueves pasó a una velocidad de vértigo. Se despertaron, desayunaron y tras dejar a la pequeña pelirroja en el colegio, fue a comisaría. Por suerte, los delincuentes, tomaron la decisión de no saltarse la ley en una semana tan complicada para la inspectora, a pesar de haber delegado responsabilidades tanto en Espósito como Ryan, que aceptaron, cargados de intriga, pero sin hacer una sola pregunta. La conocían. Sabían que lo mejor era esperar. Y que la espera, les daría las respuestas que estaban buscando ante su cambio de actitud.
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Kate, salió a mediodía del trabajo, recogió a Alexis y, una vez saciado el hambre, pasaron toda la tarde dibujando. La inspectora fue enseñándole poco a poco todo lo que la niña le iba demandando.
- Kate... - mientras terminaba de colorear una flor.
- Dime cariño. - sirviendo dos vasos de zumo.
- ¿Mañana vendrás?
- Alexis, ven. - se acercó a ella y la alzó, sentándola en la isla de la cocina - No se me ha olvidado que mañana es el día de las mamás. Pedí ayer el día de fiesta y me lo concedieron. Así que mañana, estaré contigo. Y jugaremos, reiremos, haremos todo lo que haya que hacer con el resto de tus amigos y madres. No tienes que dudar. Si te prometo algo, lo cumplo cariño.
- Hmmm... - le pasó sus dos manitas por su cara, acariciándola.
- Te quiero mucho mi vida y estoy deseando pasar el día contigo y con tus amigos.
- ¿De verdad? - preguntó incrédula.
- De verdad. - besó su frente.
- Y... - bajó su mirada.
- ¿Y? - suavemente subió su rostro desde su barbilla.
- ¿Puedo llamarte mami? - Alexis miró a Kate con miedo a una respuesta negativa, nerviosa.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...