CAPÍTULO 50

257 11 2
                                    


Kate fue incapaz de moverse. Abrazó a Richard hasta que vació todo el dolor, que había guardado en su corazón, desde la pérdida de su abuelo. Lo estrechó. Fuerte. Tan fuerte que sintió que se fundían en uno. Necesitaba transmitirle que no estaba solo, que todos esos últimos años envuelto en una realidad, que no deseaba, habían cesado. Ahora estaba con ella. Y ella estaría con él. Siempre.

****

- Rick...mi vida... - acarició su nuca, suave, dejando tiernos besos en su cabeza y en su cuello.

- Se marchitó... - sollozó - Se fue poco a poco y yo no pude hacer nada para ayudarle. A él, que había hecho todo por mí. Que había estado siempre ahí, cuando mi madre no tenía tiempo, cuando sus giras llenaban fechas y más fechas del calendario. Él me enseñó a ser quien soy. Con mis virtudes y mis defectos. Y a pesar del tiempo pasado, tengo cada recuerdo grabado a fuego dentro de mí. Y no hay un solo día que no le eche de menos. Sus palabras. Sus consejos.

- Él está contigo. No sé dónde... pero sé que está acompañándote. - acarició su espalda, reconfortándolo.

Richard se fue tranquilizando poco a poco. - Menudo día te estoy dando, ¿eh?

- Para nada. Me gusta que te abras a mí. - secó sus lágrimas con besos y caricias - Lo malo de esto...

- Ya sabía yo que había algo malo...

- Shhh... - lo besó - Lo malo es que cada vez me encantas más y más. Eres demasiado especial... - le puso una mano en el corazón

- Y eres todo para mí. - le guiñó un ojo.

- De eso último no hay duda. - la besó.

- Valoro cada palabra, Rick. Sé que te ha tenido que costar mucho hablar de este tema.

- Hmmm...

- Y lo haces por mí... - se encogió de hombros, sonrojada.

- Siento que puedo contarte todo. Es algo extraño. Siempre me he encerrado en mí mismo. Me he metido en mi guarida y he cerrado con llave.

- Y llego yo...

- Y dejo la puerta abierta. - le sonrió.

- ¡Te quiero! - saltó sobre él, abrazándolo. Richard rompió a reír.

- Si te vas a abalanzar siempre así, creo que tendré que sincerarme a menudo.

- Muy a menudo.

- Todos los días.

- Sí, estoy de acuerdo. - besándolo por toda su cara.

- Pero, digo yo que... - la miró a los ojos.

- Yo también, Rick. Lo prometo. No quiero ningún secreto. Nada. Quiero que siempre nos contemos todo. Que seamos nuestros confidentes.

- Así lo haremos. Prometido. - besó su nariz - Y...

- Dispara, inspectora. - le soltó su media sonrisa provocadora - Pero no de forma literal...

- Bobo... - le dio un pequeño toque en el hombro y escondió su cara en su cuello - El deseo que siempre pides por Navidad...

- Siempre me ha gustado contar miles de cuentos a Alexis. Ya sabes como soy. - la abrazó, acomodándose, pegado a ella - Y siempre he creído que la Navidad es una época en la que la magia lo envuelve todo. Así que cuando me pudo comprender, más o menos, le dije que en la época más mágica del año, lo importante al escribir una carta a Papá Noel, es pedirle aquel deseo que llega desde el corazón, olvidándonos de lo material.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora