Se acariciaron. Como si necesitasen redescubrirse. En soledad. Sabiendo que nada ni nadie podría interrumpirles. Sin necesidad sexual de por medio. Solo sentirse. Piel contra piel. Pequeñas caricias. Roces. Suspiros. - Kate... - susurró entre besos.
- Hmmm...
- Si te digo algo, no te reirás, ¿verdad?
- Depende... - le guiñó un ojo.
- ¿En serio? - alzó sus brazos por encima de su cabeza, dejándola de tocar.
- ¡Oye! - se quejó.
- ¿Sí?
- ¡No tienes remedio! - lo abrazó - No me reiré. Nunca me reiría de ti.
- Vale... - sonrió y la abrazó - A pesar de las veces que soñé con tener una relación como la que tú y yo tenemos, jamás pensé que lo conseguiría... - perdió su rostro en el aroma de su cuello y aspiró sonoramente - Siento que estoy en el cielo. Es perfecto.
- Con estas frases que me sueltas, escritor... ¿cómo quieres que me ría de ti? - lo miró y no pudo evitar besarlo para demostrarle que ella sentía lo mismo que él.
- ¿Qué más quieres saber de mí?
- Vaya... ¿vas a contestar a todo lo que te pida?
- A todo... - besó su nariz y su frente - Me siento valiente. - rio.
- A lo mejor tenemos que igualar un poco el marcador y ser yo quien conteste a tus preguntas. - juntó su frente a la de él y pasó sus yemas por su cuello.
- Kate... - tembló.
- Es increíble que puedas estremecerte tanto por un simple roce mío. Creo que nunca dejaré de sorprenderme.
- Me deja un poco vulnerable ante ti... - susurró.
- No... - besó sus mejillas y continuó por su cuello. Apartó un poco su camiseta y dejó un pequeño mordisco en su hombro.
- Kate... no me tortures... - suplicó perdido en las sensaciones que solo ella era capaz de provocarle.
- Tócame... - le dijo muy bajito, cargado de toda la sensualidad que solo él era capaz de provocar en ella.
- Kate... - no tardó ni un segundo en colar sus manos debajo de su camiseta y rozar su piel. Y tembló.
- Que me toques, me deja un poco vulnerable ante ti... - repitió Kate.
- No... - negó él.
- ¿No? - le sonrió en su piel, dejando pequeños mordiscos en su hombro.
- No, esto nos hace más fuertes. Nos une. Nos hace únicos. Tú para mí. Yo para ti. - colando sus dedos por debajo de la tira de su sujetador.
- Hmmm... - tiró de su lóbulo, con un pequeño roce de su lengua - Estoy de acuerdo.
- Eres una brujita... - sonrió - Siempre me llevas a tu terreno.
- Solo cuando tengo razón, escritor.
- Que es prácticamente siempre, inspectora.
- Bueno... lo intento. - rio.
- ¿Puedo preguntarte algo? - pronunció con cierto temor.
- Hmmm... - lo miró fijamente - Lo que quieras.
- Si te resulta difícil, lo entenderé...
- Rick... - agarró sus mejillas y lo besó - Pregúntame.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...