Capítulo 26

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En cuanto pisaron el aeropuerto de Madrid, recogieron su equipaje y se dirigieron al aparcamiento. Al llegar allí, Richard estuvo durante varios segundos mirando a un lado y al otro, buscando un rostro amigo, mientras Kate y Alexis lo miraban impacientes.

- ¿Esperamos a alguien o nos hemos perdido? - preguntó Kate sonriendo.

- Inspectora, tenga un poquito más de fe en mí. - miró a su derecha de nuevo y sonrió - ¡Ramón!

Un hombre bajito, rechonchete y canoso saludó con una sonrisa de oreja a oreja - ¡Richard! ¡Qué alegría volver a verte muchacho! - lo abrazó.

- ¡Cuántos años Ramón! Pero estás igual que siempre.

- Tú que me miras con buenos ojos, hijo, pero la edad ya no perdona. - le dio una palmada en el hombro y se fijó en Alexis y Kate.

- Ramón... te presento a Kate y a... nuestra hija Alexis. - pronunció sonriente.

- Encantado de conocerte. - tendió su mano a Kate.

- Igualmente. - le estrechó la inspectora.

Se agachó hacia la pequeña. - Es un placer conocerte.

- Gracias. - dijo bajito Alexis.

- Ramón, gracias por venir a buscarnos. Llegar hasta allí ahora, sería un milagro... ya sabes que mi memoria tiene un límite.

- Llevas muchos años sin venir, hijo. Demasiados. - lo miró con ternura - Este jovencito lleva cerca de 6 años sin pasarse a visitarnos. - le confesó a Kate.

- ¿6 años? - preguntó Kate intentando sacar más información.

- Es una historia un poco larga. - le guiñó - pero es cierto, llevo seis años sin estar por aquí y Ramón y Carmen, su mujer, son quienes cuidan de la casa. Los conocí hace 8 años, cuando me escondí por aquí en una época en la que lo necesitaba.

- Es una historia muy larga, pero muy divertida también y seguro que Carmen está encantada de contarte todos los detalles. - le confió a Kate.

- Me encantará descubrirla. - contestó Kate mirando de soslayo a Richard.

- ¿Nos vamos? - Richard.

- Si, no esperemos más que mi mujer estará calculando las horas para verte aparecer. - Ramón.

****

4 horas y 40 minutos después, el Valle de Codés se abría ante sus ojos. Su verdor. Su frescura. Si invitación a disfrutar de la vida, del momento, del instante que te planta el destino. Al llegar al cruce en el que se dividía el pueblo en dos partes, Ramón giró hacia su derecha, dejando a su izquierda la otra parte del pueblo y de frente, la dirección hacia Logroño. Una vez giraron, el paso del coche fue muy lento, hasta volver a desviarse, al término del pueblo hacia un camino de tierra a su derecha. A los pocos metros, frenó. Al otro lado de la verja, entre los barrotes, Carmen, sonreía.

- ¡Richard! ¡Richard! Por Dios, muchacho, ¿pensabas no volver nunca por aquí? - salió Carmen a abrazarse con él.

- Carmen, ¡qué alegría!

- Oh, no te creas que te vas a librar de mi charla, señorito... 6 años... ¿dónde te has metido? - cuando vio a Alexis se quedó callada durante varios segundos - ¡Ay, por favor! ¡Qué preciosidad! ¿No me digas que es tu hija? - la alzó en sus brazos. Alexis sonrió. Nunca había conocido a alguien tan alegre como aquella mujer y le produjo mucha intriga. No dejó de mirarla en todo momento. - Eres guapísima cielo... ¿Cómo te llamas?

- Alexis. - sonrió.

- Qué nombre más bonito... pues aquí te lo vas a pasar muy bien, ¡ya te lo digo yo! - otra vez se quedó callada cuando se tropezó con los ojos de Kate - ¡Ay, por favor! ¡Qué tengo más sorpresas!

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora