Se sentía en una nube. Él la inundaba de este estado desde el primer día que se besaron. Sus caricias, sus besos, sus roces, la estremecían, de forma incontrolable. Incapaz de separarse de él. Y ahora lo observaba, frente a ella, desayunando, riendo, contando mil anécdotas absurdas de cuando era pequeño y sintió una inmensa felicidad. Nunca lo había sentido antes. Ni jamás había estado desnuda, tapada con una única sábana, alimentando y dejándose alimentar junto a nadie. Sus relaciones siempre habían sido de una noche en una discoteca, varias semanas de reconocimiento y tras varios meses, el adiós. Se alejaba del compromiso. De la responsabilidad. Pero de él, no podía. Había invadido su alma, su espíritu, su corazón. Y, ahora, soñaba con una familia. Una familia. Un futuro.
Sonrió. Ahí estaba él. Haciéndole muecas absurdas. Tapado hasta la cintura con la sábana. Provocándola con el sirope de caramelo. Rozando sus yemas, invadidas por el dulce, a lo largo de su escote. Entre sus pechos. Con esa mirada de niño travieso que la enloquecía. Inmóvil ante él. Consciente de ser incapaz de negarle nada.
- Rick... - aferró su mano.
- Hmmm... - sonrió, encogiéndose de hombros, incapaz de apartar sus manos de ella.
- ¿Sabes? - agachó su mirada, algo avergonzada - Jamás había hecho algo igual a esto.
- Yo tampoco... - le dijo bajito.
- En serio, Rick...
- Espera... - cogió la bandeja del centro de la cama y lo dejó en la mesilla - Ahora no te muevas... - acercó sus labios a la ruta elaborada con el sirope de caramelo y con su lengua, eliminó su rastro, siendo consciente del escalofrío en Kate - Tenía que limpiarlo... - le guiñó un ojo con una media sonrisa y apoyó su espalda contra el respaldo de la cama, invitando a Kate a apoyarse en él. Kate no se lo pensó dos veces y se aferró a él, apoyando su cabeza justo en el latido de su corazón.
- Siempre he huido de las relaciones. De cualquier síntoma de compromiso. - comenzó a hacer círculos en su piel - Cuando mi madre falleció sentí que todo se hundía ante mis pies. Cuando mi padre cedió ante el alcohol, la familia, desapareció como concepto en mi mente. - besó su pecho. Richard la reconfortó acariciando su brazo y besando su cabeza - Me enfadé con la vida. Creí que jamás podría volver a ser feliz.
- Kate... - susurró.
- Shhh... - alzó su cabeza y dejó un beso tierno en su barbilla - He tenido relaciones. No he sido una santa. Pero esas relaciones fueron superficiales. Nunca dejé que entrasen en mi vida. Jamás. Ni siquiera las relaciones sexuales fueron plenas. - se apretó más contra él - Y cuando me refiero a plenas, me refiero a que, nunca permití que ninguno se quedase en mi cama a pasar la noche. O los invitaba a salir de mi apartamento o salía yo del suyo. Huía. Me engañaba, diciendo que el dolor del asesinato de mi madre nunca me dejaría disfrutar de las grandes cosas de la vida. Pero no era así. Estaba confundida. Porque llegaste tú. Y todo cayó por su propio peso. - buscó su pulso y presionó con sus labios - No sabes lo que siento cuando, con un simple roce mío, noto como te estremeces. Esta intimidad. El ser capaz de desnudarme ante ti y no tener vergüenza. Estar, ahora, aquí, desnudos, hablando, comiendo, sonriendo, jugando... Antes, jamás, lo habría hecho.
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Richard se fue escurriendo junto a ella, hasta quedar completamente echados, uno frente al otro. Richard acarició su rostro, cada centímetro. Bajó por su brazo y entrelazó sus manos. Se pegó a ella, dejando que Kate acomodase su cabeza en su pecho, para soltar su mano y abrazarlo. Apretarlo contra ella. - Me encanta saber que tengo tanto poder en ti con una única caricia. Es lo que más me excita de nuestra relación, Rick. Soy incapaz de despegarme de ti, porque tú eres incapaz de despegarte de mí. Tiemblas. Y tiemblo. Se eriza tu piel. Y se eriza la mía. - se lo mostró, acariciando su piel. Richard sonrió. Solo asintió. Con cierta emoción en su mirada - Antes sentía que me estaba perdiendo algo importante de la vida... Ahora ya no. Te miro y lo tengo todo.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...