CAPÍTULO 56

226 8 0
                                    


Nerviosa. Demasiado nerviosa. De vez en cuanto traqueteando con las piernas. Y Richard, mirándola de reojo, sonrió. A punto de llegar a Madrid, Kate solo quería abrazar a su hija.

- ¿Tienes ganas de verla?

- Me muero por verla, Rick. - lo miró sonriendo.

- Estás nerviosa... - le guiñó un ojo.

- ¡No te rías! - le dio un toque en el hombro, sacándole la lengua.

- No queda nada... media hora y estaremos con ella.

- Parezco una niña, ¿verdad?

- No, para nada. Me pareces una madre excelente.

****

Media hora más tarde, Richard y Kate, atravesaban la Gran Vía madrileña. Llegaron al hotel, hasta el parking. De ahí, tras un minuto en el que casi se pierden, llegaron al hall.

- ¡Mamiiiiii! - una pequeña pelirroja corría hacia los brazos de Kate que la estrechó con toda la fuerza.

- ¡Cariño! ¿Cómo estás? - besó su carita por todos los lados.

- ¡Bien, mami! ¿Vamos a los animales? - preguntó agarrando la cara de su madre con sus dos manitas.

- Primero nos instalamos en la habitación y después lo organizamos todo, ¿vale? - besó su naricita.

- ¡Sí!

- ¿Y yo calabaza? - asomó Richard su cara por uno de los hombros de Kate - ¿Para mí no hay nada?

- ¡Papi! ¡Papi! - estiró su manita para acariciar su mejilla.

- ¿Me das uno de esos besos tan ricos tuyos?

- Hmmm... - Alexis se acercó un poco hasta su padre para plantarle su beso.

- ¡Mi calabaza en la mejor!

- ¡Sí papi! ¡La mejor! - aplaudió.

- Vamos a la habitación... - Richard le enseñó la llave a Kate.

- ¿Y nuestros padres? - buscando por la zona.

- Estabas tan atenta a tu hija que me han dicho que se iban a dar un paseo. Ramón y Carmen los estaban esperando. Así tenemos un rato con la niña. - le guiñó un ojo.

- ¿Lo has pedido tú verdad?

- ¿Te molesta? - preguntó preocupado.

- ¿Molestarme? ¡Es la cosa más adorable que has hecho por mí!

- ¿De verdad?

- Hmmm... - lo besó.

****

Los tres subieron felices hasta la habitación. Cuando entraron, Kate, no pudo evitar desencajar su mandíbula. La habitación era enorme. Con un pequeño salón incluido. Y una habitación para Alexis. Richard, al ver lo abrazadas que estaban Kate y su hija, no pudo evitar reír.

- ¿De qué te ríes? - preguntó Kate acariciando a Alexis.

- Nada... - se encogió de hombros.

- Papi... - Alexis.

- Dime cariño. - se acercó y besó su cabecita.

- ¿Puedo dormir con vosotros?

- Claro, cariño. - miró a Kate con complicidad.

- ¿Sabías que no íbamos a utilizar esa habitación, verdad?

- Más o menos... - besó a Kate.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora