CAPÍTULO 39

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Lo besó. Kate, lo besó. Con tanta pasión que Richard deseó estar solos en casa. Y aunque a punto estuvo de perder la cordura, con suma fuerza de voluntad, se apartó lo justo de ella, recuperando parte del aire perdido. - Kate... Si me besas así, voy a raptarte para estar los dos solos. - dijo sonriendo.

- No me parecería mala idea. - volvió a buscar sus labios.

- No me tientes... - dijo bajito, cargado de demasiada tensión sexual.

- Tendremos que esperar hasta la noche, entonces. - le picó Kate.

- No me lo recuerdes, ¿sí? - la pegó contra él - Porque nos encerramos inmediatamente en la habitación. - Kate se abrazó a él.

Miró a su alrededor. Ahí seguían aquellas rosas. Sus pétalos. La gran pantalla y la imagen de ella junto a su madre. Su recuerdo. El pasado que ya jamás volvería.

- Hacía tanto tiempo que no sentía estar en casa. Y contigo, solo me basta un abrazo para sentirme segura. - reconoció a media voz, sorprendida por su declaración, aunque orgullosa de sí misma por ser capaz de no ocultarlo.

- Es el mejor regalo que me puedes hacer. - sintió que un escalofrío corría por cada poro de su piel al estrecharla un poco más contra él.

****

El resto de la mañana, hasta la hora de la comida, la pasaron en la cocina. Todos intentando aportar su granito de arena. Cuando finalizaron y dejaron todos los platos en la mesa del comedor, aquella cocina, parecía un auténtico campo de batalla.

- Madre mía... voy a estar horas limpiando esto. - susurró Richard al ir a recoger un par de cubiertos que se les había olvidado.

- Vamos a estar horas limpiando esto. Somos un equipo. - lo abrazó Kate por detrás.

- No, no, no... - se volvió hacia ella - Este día es un día especial para tí. Y como especial que es no puedes meterte en una cocina a limpiar.

- Como es un día dedicado a mí, también contará lo que yo quiera hacer... - le guiñó un ojo.

- ¿Por qué eres tan cabezona? - la besó.

- Porque por eso me quieres un poquito más. - le sonrió feliz.

- Un poquito no... ¡Mucho más! - la aferró contra él - Algún día... prometo que te secuestraré durante un fin de semana, solos tú y yo. - le susurró.

****

El tiempo pasó volando. La comida transcurrió entre las mil anécdotas del viaje de Martha y Jim hasta España. Su primer encuentro con Ramón y Carmen y esa comunicación extraña entre cuatro personas incapaces de soltar cuatro palabras de un idioma desconocido. Pero Richard había preparado todo a conciencia, vía Skype, y había enseñado algunas palabras a Jim y Martha. Todo a escondidas. Despertándose sigilosamente en medio de la noche. Sin que Kate se diese cuenta de nada.

****

Jim, Martha y Alexis decidieron pasar la tarde viendo Dumbo. Richard y Kate se pusieron mano a mano para recuperar la imagen impoluta de la cocina. Cuando lo consiguieron, durante varios minutos, se quedaron mirando la estampa familiar que tenían en el salón. Se miraron y sonrieron. Tenían una familia. Lo esencial. Lo importante. Por lo que luchar. Por lo que caminar. Seguir adelante.

- Tienes razón Rick... - lo miró, acariciando su mejilla - Este viaje está lleno de magia.

- Sí, mi vida... - pasó sus yemas por su frente, bajando por sus mejillas, acariciando su cuello, como en una eterna caricia sin fin - Tú nos envolviste en magia cuando apareciste en nuestra vida, ahora nos toca a nosotros hacerlo contigo. - le dio un beso tierno.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora