Richard no quería abrir sus ojos. Deseaba perderse, durante varios minutos, en su recuerdo. En ese único buen recuerdo que conservó de sus 14 años. Esa niña. Con su sonrisa. Con su mano tendida. Como si de pronto el destino hubiese decidido que él debía encontrarla a ella para poder sentir la felicidad.
- Tenía 10 años. - comenzó Kate, ante la sorpresa de Richard, que se mantuvo aferrado a su mano - Estuve durante dos meses, de forma continua, convenciendo a mis padres para acudir ese verano a un campamento. Todos mis amigos iban. No quería ser la única que faltase y llegar luego a clase en otoño y que todos estuviesen hablando de lo mismo, menos yo. No fue fácil convencerlos. Pero lo conseguí. Siempre he sido muy cabezona. Me monté en ese autobús como si hubiese ganado la liga de baseball, mientras mi padre no estaba nada convencido y mi madre intercedía. - con su mano derecha sostenía a Richard, con la izquierda acarició su rostro, que aún permanecía con los ojos cerrados, sellados, ocultando su emoción - Siempre he sido una exploradora incansable. Indagando por todas partes, hasta lo más desconocido, por muy peligroso que fuese. Una de las tardes, en el campamento, me aburría muchísimo. Así que me escabullí hacia el bosque, con una pequeña brújula que me había regalado mi padre. - notó que Richard se tensaba y volvió a acariciarlo y bajó su tono de voz, como si aquella verdad solo fuese parte de ellos - Al cabo de unos minutos salí a un pequeño acantilado. Me encantó. Creí que había hecho el mejor descubrimiento de todo el verano. Al cabo de varios segundos, vi que no estaba sola allí. Un niño, sentado, mirando hacia abajo, parecía ausente, perdido. Pensé en girarme, volver y regresar en otro momento. Pero no lo hice. De pronto mis piernas comenzaron a andar ellas solas, hasta que me quedé a un paso de él. Iba vestido de payaso. Su cara también estaba pintada. - las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Richard hasta rozar, en varias ocasiones, en la piel de la inspectora - Me di cuenta que lloraba. Lloraba incansablemente. Sus lágrimas movían todo el maquillaje y él no quitaba su vista del vacío. - Kate agarró el rostro de Richard con ambas manos, le hizo girarse ante ella - Me entró miedo. Nunca había sido capaz de sentir el dolor ajeno. Y sentía el suyo. De pronto aquel niño, me miró. - Richard abrió sus ojos, empañados en lágrimas - Le tendí mi mano. Y se aferró a mí.
- Te acuerdas... - fue capaz de pronunciar.
- Nunca te he olvidado. Te busqué Rick. Te busqué todo ese verano allí, pero no volví a verte después de despedirnos. Me dijeron que tu madre había ido a buscarte. Y aun así cada tarde, iba al acantilado a esperarte.
Esta vez fue Richard quien agarró su rostro. - Salí de allí en ambulancia. No fue mi madre. - Apoyó su frente en la de Kate. - Al día siguiente, a la misma hora de la tarde, intenté llegar hasta el acantilado, quería volver a verte, agradecerte, pero no me dio tiempo a llegar. A mitad de camino, mi enemigo número uno, me estaba esperando. Quería darme un escarmiento por haber hablado con los monitores sobre lo que había ocurrido el día anterior. - Se apartó de Kate y se quitó la camiseta buscando con sus dedos una cicatriz, en su costado izquierdo, a la altura de la pelvis - Estaba escondido en uno de los árboles, con una navaja. Forcejeamos un poco y al final terminé con ella clavada. Cuando encontré a uno de los monitores, llamaron de urgencia a una ambulancia y salí de allí.
Kate no podía creer esa última parte de la historia... Le habían mentido. Aquel niño por el que esperó cada tarde, había tenido que salir de allí en una ambulancia, por un nuevo ataque. No pudo evitar empañar sus ojos y mirarlo directamente - Te he estado buscando siempre. - susurró, mientras alargó su mano para acariciar su cicatriz. Dejó su mano allí, dándole calor y se pegó a él, dejándole tiernos besos en su pecho, al mismo tiempo que su escritor la abrazaba.
- Te encontré Kate. - besó su cabeza - Después de tanto tiempo, te encontré. - inspiró su aroma, buscando aquella paz que solo ella podía ofrecerle - Cuando le pedí al alcalde el favor de que me colase en alguna comisaría para escribir mi nueva serie de novelas, no me puso ninguna pega... es uno de mis mayores fans. - sonrió - Me pasó un listado de posibles inspectores a los podría seguir y vi tu nombre. Aún me acordaba perfectamente, 'Me llamo Katherine Beckett' - repitió la frase con la que ella se presentó aquella primera vez - Y no me equivoqué. Eras tú. Tienes la misma mirada. Y como aquella tarde, solo tienes que rozar mi piel para darme la fuerza suficiente para continuar.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...