Miércoles y jueves. Una pesadilla. La comisaría se vio inmersa en un escándalo gracias a un acusado de homicidio que con la colaboración de un policía interno consiguió escaparse. Precisamente, uno de los acusados del último caso que Kate llevaba junto a sus compañeros Espósito y Ryan. Así que le resultó del todo imposible, durante esos dos días, ir a casa de Richard, ni ver a Alexis, al finalizar el trabajo. Sobre todo porque Kate optó por dormir en la sala de descanso como si eso fuese a traer al fugitivo de vuelta. Se sentía culpable y prefirió ocultarse en su guarida, en aquel recinto que durante tanto tiempo había sido su refugio. El refugio de su desolación, de su angustia y su tristeza.
Richard le llamo en reiteradas ocasiones pero nunca le cogió el teléfono. Intercalaron varios mensajes en los que ella se excusaba, explicándole su necesidad de resolver el caso. Él entendió que presionarla iba a resultar poco beneficioso y le dejó el espacio que en silencio le estaba pidiendo.
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El viernes llegó antes de lo deseado por Alexis. Esa noche apenas durmió varias horas y al final terminó en la habitación de su padre, junto a Max. Estuvieron echados ahí, los tres, con los ojos abiertos, hasta que el despertador les avisó de que era hora de ponerse en pie y lanzarse a la aventura. Apenas probó bocado del desayuno y a la hora de vestirse se mostró tan reticente como semanas atrás y a Richard le invadió un miedo atroz. Sabía que la vuelta de esa falta de confianza tenía que ver, en cierta medida, con la lejanía que Kate había mantenido con ellos. Se sintió superado en algunos momentos en los que Alexis le repetía de forma incansable si Kate se acordaría de acompañarles, si estaría allí esperándoles en la puerta... Y Richard sonreía, explicándole que todo dependía de si había podido arrestar a los malos. Pero Alexis no entendía esa parte.
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Tras aparcar cerca del colegio, el último tramo lo hicieron a pie. Alexis apretaba fuertemente la mano de su padre, mientras este era incapaz de dejar de mirar a su hija, preocupado por la ansiedad que le daba acudir a clase. Apenas quedaban varios metros para alcanzar la verja de la entrada y Richard comenzó a notar que debía casi arrastrar a su pequeña, que se negaba a dar un paso adelante, con la mirada perdida en el suelo. - Vamos cariño, al menos tenemos que intentarlo. Al menos entrar un rato. Te prometo que me quedaré cerca. Por si quieres irte. - se agachó a su altura - Necesito que confíes en mí.
- No ha venido papi. - una lágrima resbalaba por su mejilla - Me dijo que sí. - Pasó sus manitas por sus ojos - Se olvidó de mí. Como mamá.
Rick sintió que se le encogía el estómago hasta desaparecer. La estrechó entre sus brazos. - Calabaza, tranquila... Kate no se ha olvidado de ti. Es que el trabajo a veces se complica. Lleva dos días muy difíciles... Por eso tampoco ha podido venir a vernos.
Ella no trabaja como tu papi, en casa. Ella tiene que estar en su oficina. Seguro que lo ha intentado hasta el final calabaza. Si puede, seguro que viene otro día. ¿No te gustaría?
Al fondo, se oyeron unos pasos acelerados que se acercaban hasta ellos.
- ¡Lo siento! Siento llegar tan tarde. - Kate apareció detrás de Richard. Había dormido en comisaría, pero antes de ir al colegio, quiso pasar por casa, ducharse y cambiarse de ropa. Cuando Alexis la escuchó y la vio, se abalanzó como un rayo hacia ella.
- ¡Viniste! No me olvidaste. - agarrada a sus piernas.
Kate la alzó impactada por su frase 'No me olvidaste'. Miró con culpabilidad a Richard que sonreía mirando a su hija. Cuando cruzaron sus miradas vio como el escritor tenía una lucha interna entre acercarse a ella o mantener las distancias. Como si no supiera como actuar. Como si la distancia que ella había provocado estos dos días le hubiese vuelto, de nuevo, inseguro. Doble ración de culpabilidad. Ante ella tenía a dos seres humanos que la adoraban y ella, por razones absurdas de responsabilidad, ego y pasado, los había estado alejando de ella. - Lo siento mi vida. He tenido unos días horribles en el trabajo. Pero no podía faltar hoy. Te lo prometí. No podría olvidarme de ti nunca. ¿Me oyes bien? - la estrecho fuerte contra ella.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...