Capítulo 37

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Richard y Kate, seguían en aquel sofá, acompañados de cientos de pétalos a su alrededor, incapaces de separarse más de un milímetro para captar algo de oxígeno. Besos tiernos, arrebatadores, llenos de pasión. Saltaban a la ternura. Volvían hacia la máxima expresión del sexo. Sin pensar en nada más. No había ningún pensamiento más allá del cuerpo del otro. Sus manos se agolpaban frenéticamente, de centímetro a centímetro de piel. Buscando. Excitando. Queriendo más. Mucho más.

****

- ¡Papi! ¡Mami! - oyeron a lo lejos, en el pequeño hall de la primera planta - Bajo. - les comunicó.

Richard y Kate se echaron a reír. Sabían perfectamente a lo que la niña se refería. Se acercaron hasta el principio de las escaleras, esperando por ella. Y ahí, llegó primero Max, bajando un escalón y volviéndose a mirar. Asegurándose que su pequeña dueña bajaba cada escalón sin problemas. Y así lo hacía, porque junto a la compra de todos los motivos navideños, Richard, a escondidas compró una barandilla auxiliar, que junto a Ramón, enganchó a la escalera y así, Alexis aferrada a ella, ya no tenía tanto miedo de bajar y subir. Lo hacía, todo, orgullosa. Para ella, se enfrentaba a una batalla cada día que subía y bajaba.

Recuperando, poco a poco, la seguridad que un día, aquella persona, le hizo perder.

- ¡Muy bien calabaza! - sonrió Richard - Cada día lo haces mejor.

Kate se acercó hasta el primer escalón y le ofreció su mano. - Así, cariño, poco a poco, sin prisas. ¡Eres increíble! - besó su cabeza cuando la tuvo a su lado, aferrada a su mano. Max comenzó a ladrar. Como siempre. Festejando que la pequeña, había vuelto a bajar por sí sola.

- ¿Desayunamos? - preguntó Alexis sonriente.

- El desayuno está casi listo. - Kate la cogió en brazos - Tu papi me ha distraído un poco... - le miró guiñándole un ojo ante la burla de él.

- Es que tu mami se distrae con cualquier cosita, calabaza. - siguió su juego, entrando tras ellas a la cocina.

- ¿Quieres que preparemos todo juntos? - le preguntó Kate.

- ¡Sí mami! ¡Yo te ayudo! - aplaudió.

- Bien, cariño. - besó su cabecita - Entonces, siéntate aquí, mientras tu papi se queda cerca para que no te caigas. - la dejó encima de la encimera, con la espalda pegada a la pared y sus piernecitas estiradas. Richard, en seguida, estuvo cerca de ella - Y como el zumo ya está hecho, lo vais colocando en los vasos, ¿vale? - les acercó todo.

- Sí. - asintió Alexis.

- Ponte la camiseta no te quedes frío. - sonrío Kate mientras se la lanzaba a la cabeza.

- Puede que se retrase la sorpresa, inspectora... - insinúo haciéndose el ofendido.

- No papi... - saltó enseguida Alexis - Yo ya tengo todo preparado.

- Cariño, ¿tú sabes lo de la sorpresa? - preguntó Kate sorprendida.

- Hmmm... - asintió su hija.

- ¿Y no se lo vas a decir a tu mami? - se acercó hasta ella.

- Es una sorpresa mami. - le aclaró.

- Ya... pero una pista pequeñita... - dejó caer la inspectora.

- Noooo mami. - le indicó también con uno de sus deditos - Tienes que esperar.

- Por mucho que lo intentes... es cabezona como su padre. - sonrió pícaro.

- Ya veo... - achicó sus ojos hacia ellos. Alexis y Richard se miraron cómplices.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora