Respiraban agitados. El último orgasmo fue demoledor. Rompieron a reír. Esa última vez había sido sexo. Solo sexo. Alocado. Salvaje. Alentador. Y sonrieron. Se dieron cuenta que podían tener el sexo más tierno del mundo y el sexo más salvaje posible. Se abrazaron. Buscaron el calor del otro.
Richard besó su cabeza. - Vas a acabar conmigo, Kate.
- Hmmm... - era lo único capaz de emitir por su boca, mientras acariciaba el torso de Richard. Sonrió. Sus yemas se pegaban en ciertas partes. Y recordó el chocolate. Las caricias mezcladas. - Estamos un poco pegajosos... - sonrió, mientras toqueteaba las zonas que confirmaban lo dicho.
- Te has divertido mucho a mi costa... - la picó.
- Bueno, creo que tú tampoco lo has pasado nada mal... - alzó su cabeza y lo miró - ¿O me equivoco?
- Para nada. - la besó - Sin lugar a dudas, este día ha sido espectacular.
- Gracias, Rick... - acarició su cuello - No lo olvidaré nunca. - buscó cobijo en el hueco de su cuello.
- Eres lo más especial que tengo en mi vida, junto con Alexis. - le recordó.
****
Estuvieron en silencio una media hora más. Se besaron. Se acariciaron. Sonrientes. Como si el mundo hubiese detenido el tiempo. Por ellos. Por su amor. Entonces Kate se incorporó. - Ey... ¿a dónde vas? - la agarró Richard acercándola a él.
- Si nos quedamos aquí, así, desnudos, por mucha manta y calefactores, podemos terminar con una estupenda gripe... - lo besó - Podemos ducharnos y acurrucarnos en nuestra cama y mañana subiremos a recoger todo esto.
- Estoy cansado Kate... - adormilado.
- Vamos, mi vida... - tiró de él. Se levantó y se tapó con una de las mantas, buscando cada una de sus prendas. Cuando recopiló tanto lo suyo como lo de él, se estremeció al ser estrechada por aquellos brazos que le hacían perder la razón. No puedo evitar un pequeño chillido. - ¡Rick! ¡No me asustes! - pegó su cuerpo más a él. Al hacerlo pudo apreciar que Richard estaba de nuevo preparado para el siguiente asalto. - ¿En serio? ¿Pero no estabas cansado? - se revolvió para quedar frente a su chico.
****
Richard le quitó la ropa de las manos y las dejó, en el suelo, apiladas. - Rick... - nombró, pero sin saber muy bien si en tono de súplica por el frío que arreciaba o por la excitación que estaba comenzando a acumularse en su sexo.
- Shhh... - agarró sus manos, que sujetaban firmes la manta, y se coló dentro de ella. Pegando sus cuerpos. - Estoy algo cansado, pero ha sido estar sin ti, ahí, en el suelo,... Y tenía que estar pegado a ti, de nuevo. - la besó. Y no fue uno de esos besos tiernos ni suaves. Fue un huracán. Kate sintió que perdía la razón ante la pasión con la que la incitaba a continuar. Agarró sus caderas y la alzó. - Rodéame, Kate... - pidió a media voz - Y tápanos a ambos, ¿sí? - le sonrió.
Kate negó con la cabeza, divertida e incapaz de rechazar ninguna propuesta de su voz. Tapó a ambos y se pegó mucho más a él. Tembló. La erección de Richard rozó su húmedo sexo y comenzó a dudas si era buena idea abandonar la azotea tan pronto. - Rick... - gimió - ¿Qué... vas a hacer?
- Vamos a salir de aquí, sigilosos, para que nadie nos escuche y nos vamos a meter en nuestra habitación. - la besó - Y, después, nos vamos a duchar y vamos a dormir acurrucados, calentitos, como deseas. - besó su cuello y lo rozó con la punta de su lengua.
- ¿Y me vas a dejar así? - preguntó sonrojada.
- ¿Así cómo? - se hizo el desentendido.
- ¡Oh, vamos! No te hagas de rogar... - escondió su rostro en el cuello de él. Richard rio. Le encantaba esa parte tímida de ella.
ESTÁS LEYENDO
La sonrisa de su mirada
Fiksi PenggemarRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...