CAPÍTULO 59

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Aquella noche hubo algo más que una simple celebración. Kate y Alexis rompieron a reír cuando el botones del hotel llamó a la puerta con tres carros de comida. La cara de poema del empleado fue ostensible al ver que, toda aquella comida, iba destinado solo a ellos. Pero así era Richard. Cuando estaba feliz, no veía límite. Y Kate estaba aprendiendo a dejarle cierto margen porque verle feliz era lo más importante que tenía entre sus manos.

- ¡Papi! ¡Qué cantidad! - se agarró a su pierna.

- Calabaza... - alzó a su hija - Ahora mamá tiene que comer por dos.

- ¡Oye! - se quejó Kate, acercándose hasta ellos - Eso no vale... - rio - No me eches a mí la culpa de esta exageración de comida.

- Pero tenemos que celebrar.

- Si nos comemos todo esto, mañana no nos levantamos de la cama.

- Bueno, no pasa nada... - se encogió de hombros - A mí me gusta estar en la cama con mis dos mujeres.

- Ahora somos uno más, papi... - le recordó Alexis.

- Es cierto... Ahora cereza también estará con nosotros. - Richard besó su cabeza.

- Yo soy calabaza... Y el bebé, cereza.

- Hmmm... ¡Vamos a montar una tienda de verduras y frutas! - gritó Richard haciendo cosquillas a su hija.

- ¡Papi! ¡Papi! ¡Que me rio!

- De eso se trata, calabaza... - la alzó por encima de su cabeza para hacer el avión y Alexis estiró sus bracitos, feliz - Buscando aterrizaje...

- En frente papi. - indicó Alexis el sofá.

- Descendiendo... - se acercó hasta el sofá para dejar a Alexis bocabajo - Buen aterrizaje, calabaza. Prepárate que venimos con la cena, volando.

****

Cuando Rick se dio la vuelta, se encontró con Kate. Quieta. Con su cabeza un tanto inclinada hacia la izquierda. Jamás había visto a nadie esa mirada. Llena de ternura. De orgullo. De amor. Y toda ella, iba dirigida a él. Se sonrojó. Tímido. Agachó un poco su mirada, acercándose a ella. Buscó sus labios y los rozó suave, presionando lo justo. Posicionó sus manos en sus caderas y la acercó hasta él. Profundizó el beso. Coló su lengua y rozó la de ella. Y cuando se dio cuenta que no podía dejarse llevar, le dejó un tierno mordisco en su labio inferior y apoyó su frente a la de ella.

- Rick... - susurró encantada.

- Me has mirado así... No he podido resistirlo. - le dejó un beso en la nariz.

- ¿Ah, sí? ¿Y cómo te he mirado? - preguntó haciéndose la desinteresada.

- Sabes muy bien cómo. Nadie me había mirado así. Jamás.

- Me gusta ser la primera.

- Eres la primera en muchas cosas.

- Lo único que me interesa es que nuestros hijos y yo seamos los primeros en tu corazón. - sonó tan honesto, tan sincero, tan de verdad, que a Richard le atravesó un tremendo escalofrío. Kate fue testigo de cómo su bello se ponía de punta. Sonrió. Nunca negaría que le fascinaba tener esa reacción en él.

- No lo dudes nunca.

- No lo hago, mi vida. Soy consciente día a día.

- Vamos a comer y luego nos echamos juntos en la cama y vemos todas las películas que seamos capaces.

- ¿Qué haremos mañana?

- ¿Qué quieres hacer?

- Tengo un pequeño plan... - se hizo la interesante.

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora