Se quedó inmóvil. Controlando sus emociones. Al menos, intentándolo. No podía ser cierto. No podía ser que Richard le estuviese haciendo eso. No podía ser. ¿Cómo lo había adivinado? ¿Cómo se había enterado? Había ocultado aquella fecha. Lo había hecho porque no quería embargar en tristeza todo un hogar. Prefería conservarlo solo en su corazón. Volver a forjar un pequeño muro. Taponar la herida por su cuenta. Pero siempre la sorprendía. Siempre estaba ahí. Indicándole que estaba presente en su vida. Que no era una etapa o una cuestión de moda o capricho. Él estaba ahí para pelear juntos por la vida.
Llegó hasta el final del camino. Viendo como las distintas imágenes iban sucediendo. Su madre. Ella. Su padre. Su vida. Su historia. Su primer día en el colegio. Su primera clase de piano. Su fiesta de cumpleaños. Sus navidades. La eterna sonrisa de su madre. Ellas. Eran imágenes de ellas. Como si los recuerdos hubiesen cobrado vida. Como si los últimos años, no hubiesen existido. La sintió cerca. Muy cerca. Como si, en esos instantes, estuviese a su lado. Acompañándola. Diciéndole, en susurros, que era justo ahí, donde debía estar. Con ellos. Creando su propia familia. Olvidando una venganza que terminaría con su vida. Una lucha incansable que la llevaría hasta el túnel más oscuro posible.
- Mami... - Alexis agarró la mano de Kate al ver que estaba llorando. Y cuando Kate la miró, alzó sus bracitos para que la cogiese. Lo hizo. Y la pequeña se aferró, a su cuello, en un abrazo. Perdiendo su cabecita en el cuello de su madre. Buscando su calor. Su cobijo.
- Mira, cariño, es tu abuelita. - le indicó a su hija.
- ¿Mi abuelita?
- Sí, cariño. - asintió. Justo un poco antes de notar como su pequeña, acercaba sus manitos a sus mejillas para secar las lágrimas incontrolables.
- No llores mami. - acercó sus labios a la mejilla de su madre y le dio un tierno beso.
****
Richard apareció por detrás. Las estrechó a ambas en un abrazo. Sin apartar su vista del video. Bajando los brazos ante la emoción. Inundándose de ella. Besó a Kate en la cabeza. Y apoyó su frente en ella, aspirando su aroma.
- La abuelita está en el cielo. - susurró la niña mirando a su madre.
- Sí, cariño.
- ¿Por qué se fue? - preguntó.
- Porque era demasiado buena para estar aquí. Tenía que ir a ayudar a otras personas. En otro lugar. Pero, ahí, desde el cielo, nos cuida a todos. - susurró Richard, muy cerca del oído de Kate.
- Hoy es su cumple... - pronunció Alexis.
- Hmmm... - asintió Kate incapaz de hablar. Las lágrimas no cesaban. Y en su mente, volaba la sensación de estar en los mejores brazos posibles.
- Sí, calabaza... Hoy es el día de su cumpleaños. Y lo vamos a celebrar de una forma muy especial para que mami recuerde esta fecha con un poquito menos de tristeza. - le explicó, acariciando una de sus mejillas.
- Mami... No estés triste, mami. - se abrazó a ella - La abuelita nos cuida. Papi lo ha dicho. - le recordó.
- Te quiero tanto. - intentó decir Kate, entre lágrimas, muy bajito. Casi en un tímido suspiro - Tu abuelita te hubiese querido mucho.
- Yo también. - le dijo convencida su hija.
****
Aquel video, recordó a Kate toda su vida. Junto a su madre. Le recordó la adoración que Johanna sentía por su hija. Las mil veces que de su boca salió, 'te lo dije'. Las mil veces que Kate se estrechó entre sus brazos sabiendo que su madre era la persona más sabía que tenía a su alrededor. Se dio cuenta que Richard había sido lo suficientemente inteligente para narrar una historia con fotos y pequeños recortes de video. Y que el mensaje final, de todo aquello, era recordarle que no debía sentirse culpable por nada. Que, a veces, la vida, nos destroza. Que no depende de nosotros. Que no podemos sentirnos responsables de cada acto o acción de terceras personas. Que debemos saltar, cuando nos tumban. Y pelear por todos aquellos que nos quisieron y que se fueron. Aquellos que lucharon por nosotros. Los que confiaron. Y, que a pesar de no poder tocarlos, si cerramos muy fuerte nuestros ojos, siempre, sentiremos su presencia. A nuestro lado. Caminando a cada paso que demos.
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La sonrisa de su mirada
FanfictionRichard Castle la recuerda. Como si fuese ayer. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y es que ella llegó a su vida de pronto, justo cuando más necesitaba una mano amiga, una mano a la que aferrarse y no saltar al vacío. Y cuando el destino vuelve a...