CAPÍTULO 47

199 8 0
                                    


Richard se sentó en el extremo de la cama. Kate estaba bocabajo, tapada con una sábana. Richard se había despertado un rato antes. Se había duchado, había recogido todo lo de la azotea, había preparado la salita y, ahora, estaba ahí. Mirándola. Agradeciendo a la vida, al destino o a lo que fuera que la hubiese vuelto a poner en su camino.

Suavemente arrastró la sábana hacia abajo, dejando su espalda al descubierto. Rozó sus yemas de los dedos a lo largo de ella. Buscando el contacto electrizante. Hasta que Kate comenzó a moverse y, sin poder evitarlo, se agachó hasta rozar sus labios. Y fue dejando pequeños besos. Arriba. Abajo.

- Rick...

- Kate... - besó su cuello - Te espero en la salita, ¿sí?

- Hmmm... - giró su cabeza y buscó su mirada - ¿Qué has planeado?

- Tendrás que ir para averiguarlo. - besó su espalda y salió de la habitación.

****

En cuanto abandonó la habitación, Kate saltó de la cama, se duchó, se vistió y corrió hacia la salita. Al abrir la puerta, volvió a encontrar todo como en su primera cita. Rodeados de velas y pétalos azules. Richard estaba sentado en el suelo, con su espalda apoyada en el sofá, frente al fuego. Kate cerró la puerta y se sentó a su lado.

Richard no dijo ni palabra. Extendió su brazo y alcanzó su portátil. Lo tenía preparado. Así que solo tuve que darle al play. Y cientos de imágenes comenzaron a pasar. Un niño. Un abuelo. Un tren. Vivencias. Momentos de una vida. Instantes que perduran para siempre. Recuerdos de lo que fue. Un pequeño Richard abrazado a su abuelo. Una locomotora llegando mientras él saludaba extasiado en felicidad. Un abuelo abrazando a su nieto como si se lo fuesen a arrebatar.

- Era mi abuelo. - invitó a Kate a apoyarse en su pecho mientras la rodeaba con su brazo - Mi madre nunca fue una madre tradicional. Fui el resultado de una noche alocada y apasionada. Mi madre conserva un gran recuerdo de aquel hombre pero yo nunca lo conocí. - besó su cabeza al notar como ella acariciaba su torso - Siempre le hice entender que daba igual, que no me importaba. Que aceptaba, de buen grado, que hubiese decidido ser madre soltera. Pero en el fondo, me dolía. Todos mis compañeros de clase tenían una vida normal. Y yo no. No tenía padre. Ni siquiera sabía a qué se dedicaba y mi madre estaba todo el día viajando. Y cuando no me dejaba con mis abuelos, me llevaba con ella. Y si iba con ella, perdía clase.

- No debió de ser muy fácil.

- No, te aseguro que no. Te prometo que lo intentaba. Pero me resultaba imposible.

- Es normal, mi vida, eras pequeño. No te puedes culpar por eso.

- Era bastante tímido, introvertido. No conseguía hacer amigos con facilidad y esos viajes tampoco ayudaban. Para qué negarlo. - la estrechó más fuerte.

- Pues para ser tan tímido... mírate ahora, todo un super ventas, de promoción en promoción... - lo picó.

- Eso es trabajo Kate. Es como ponerte una careta y salir al escenario. Cuando eso acaba, vuelvo a mi casa al momento. No disfruto tanto como aparentan en las revistas. Bueno, el 100% de mis parejas, han sido mentiras.

- Vaya... y yo que pensaba que eras todo un Don Juan.

- Ya ves... imagino que decepcionada, inspectora.

- Mucho, escritor. - lo tentó, dejando un beso en su cuello.

- Así que un buen día, a la vuelta de uno de los viajes de mi madre, me planté ante ella y le dije que ya no quería seguir viajando más.

- ¿Y qué te dijo? ¿Se enfadó?

- No, la verdad es que no se molestó mucho. Me dijo que la única opción era quedarme con mis abuelos y yo acepté encantado.

- Y ahí se estrechó tu relación con él...

- Siempre habíamos tenido buena relación. Era su único nieto. Y sí, al pasar más tiempo, juntos, nos hicimos inseparables.

- ¿Conoció a Alexis?

- ¡Oh, no! Tuvo mala suerte... - Richard se tensó. Kate, al notarlo, metió una de sus manos por debajo de su camiseta, haciendo círculos en su piel. - Alzheimer. Empezó con pequeño olvidos, restándole importancia. Para cuando fue al médico, tras un día en el que salió de casa y se perdió, había poco que hacer.

- Lo siento mucho, Rick.

- Ver como no se acordaba de mí fue de las peores experiencias de mi vida. Ver su cara de confusión. Su malestar. Sentir que yo era un extraño. No poder abrazarlo. Fue complicado. Mucho.

- ¿Y tu abuela? ¿Por qué no me hablas de ella?

- Mi abuela fue una mujer muy firme, dura, poco dada al afecto. - abrazó fuerte a Kate y besó su frente - Nunca aceptó mi forma de ser... algo bohemio y soñador. No le gustaba demasiado. Así que siempre intentaba imponerme sus ideas. Y como yo las rechazaba, sistemáticamente, nunca llegamos a congeniar del todo.

- Vaya... ¿Y cómo llevaba tener una hija actriz?

- Imagínate... Mal no, lo siguiente.

- ¿Cómo era la relación entre madre e hija?

- Extraña. Tan pronto se querían como no se soportaban. Mi abuelo y yo siempre decíamos que eran tal para cual.

- Él era completamente diferente a ella...

- Sí. Él me aceptaba. Tal cual era. Leía mis pequeños manuscritos. Y era un excelente crítico. Era muy sincero. Y eso me ayudaba.

- Quizá tenerlo en tu vida, te hizo más abierto...

- Puede ser. Él fue todo lo bueno que un nieto puede tener con su abuelo. Fue mi apoyo incondicional. Mis lecciones magistrales de la vida.

- Y todo volvió a desaparecer de tus manos... - entendió Kate el miedo de Richard, su vulnerabilidad - Primero, tu padre. Tu madre, en cierta medida a causa de su trabajo. Luego, tu abuelo...

- Hmmm... - acarició el brazo de Kate - Eres muy lista inspectora... - sonrió.

- Crees que todo el mundo tarde o temprano termina por abandonarte... - buscó su mirada - Espero que tengas claro que yo no pienso irme a ningún lado. Estaría loca si hiciese algo así.

- Me costó un poquito al principio. - reconoció sonrojándose - Ahora lo sé. Cuando me miras así, me transmites tanta seguridad que creo que puedo alcanzar todo lo que me proponga.

- Me encanta... - lo besó - Tú provocas lo mismo en mí. - Al girar su cabeza para apoyarse de nuevo en su pecho, vio que en el suelo, al lado de Richard había una caja de zapatos - ¿Y esa caja?

- Es el último recuerdo que tengo de mi abuelo. - tocó la caja, acariciándola.

- ¿Tiene algo que ver con tu pasión con los trenes?

- Hmmm... - asintió - Fue la última vez que se acordó de mí.

- Rick... - susurró al ver que la emoción lo embargaba - Puedo esperar. No hace falta que me cuentes todo ahora. Quiero que sea cuando estés preparado.

- Lo estoy, Kate. Solo que duele un poquito...

La sonrisa de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora