CAPITULO 13

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El timbre que indicaba el fin de las clases resono por todo el edificio haciendome tomar mis cosas y salir de ahi empezando a desilusionarme con el paso de los dias al no ver a Haru por ningun lado. Nisiquiera sabia porque el pensamiento seguia latente en mi cabeza, simplemente, no me desagradaba la idea de tener algun compañero cerca mas alla del circulo en el que siempre estuve.
Levante la mirada una vez estuve afuera encontrandome con la figura del antes pensado, recargado en la entrada de la edificación con las manos en sus bolsillos y el rostro alicaido.
Iba vestido con una playera azul marino, una sudadera negra, unos pantalones café claros y unos tenis.
Completamente confundida de verlo ahi casi como si lo hubiera manifestado, me acerqué poniendome enfrente de él viendo como al notar mi presencia levantaba su rostro notandose bastante serio.

Haru se ofreció a acompañarme a mi casa resultando en algo incómodo al no intercambiar ninguna palabra, simplemente caminando uno al lado del otro como si no llevaramos dias sin vernos.
Inmersa en mis pensamientos suspire deteniéndome en medio de este al escuchar la voz de Haru hablar por fin despues de un largo rato.

-Seguramente has de pensar que soy un mentiroso, ¿cierto? - me detuve parpadeando confundida por la interrogante.
-No, simplemente un embustero - corregí viendo como este levantaba las cejas sorprendido. Soltando una risita, negue al ver que habia caido en mi inocente broma acercandome a él, llevada por cierto dulce impulso que nacia de forma natural - Tus razones tendras - pinche su mejilla para continuar con la caminata algo avergonzada por mi extraño actuar con él.

-Mi corazón está latiendo fuertemente, c-creo que me gustas - tartamudeo sonrojado hasta las orejas quedandose aun en el mismo lugar mientras yo volvia a detenerme esta vez pasmada por la confesion.

-¿Te refieres como amigos, verdad? - cuestione extrañada.

-¿Los amigos se sienten así? - interrogo algo exaltado tratando de sacar la respuesta de mi cara al mirarme fijamente.

-Creo que estas bastante confundido - aclare negando cautelosamente con la cabeza ante su cara estupefacta aun con aquella idea rondando su cabeza.

- ¿Entonces no somos amigos? - volvió a preguntar esta vez triste con la idea. Nisiquiera pensaba que fueramos ya amigos para ser sincera, aunque la idea me siguiera resultando casi absurda.

- ¿Qué pregunta es esa? - le di la vuelta rodando los ojos.

-No importa, solo sé que me gusta estar contigo. Me gusta - afirmo volviendo a poner aquella inocente y enorme sonrisa la cual logro sonrojarme un poco ante la linda declaración.
Haru me dejo una calle antes de llegar con la excusa de que no quería volver a encontrarse con el grandulón de Yuma. Camine pensando en la espontanea declaracion de Haru ya qué no era precisamente el tipo de personas con las que a las personas les gustaria estar. Era fria, hasta osca a la hora de tratar a la gente y para nada habladora.
Sin contar que el que un vampiro y un humano estuvieran juntos me resultaba aun como un mal chiste.
Abrí la puerta de la entrada, me quite los zapatos dejándolos a un costado de las escaleras subiendo con pesadez. Al llegar a mi cuarto, me tire boca arriba una vez que deje mi bolso en el buro, extendiendo todo mi cabello por la cama dejando que me refrescara un poco el cuello.

Cerré mis ojos afligida apareciendo mi madre de un momento a otro en mis pensamientos de forma muy espontanea. La extrañaba en demasía a pesar de no haber realmente convivido mucho con ella por mi corta edad cuando ella simplemente desaparecio. Pocos eran los recuerdos con ella y eso hacia que me deprimiera un poco más.
El sonido de la puerta siendo tocada para después ser abierta empujo aquella triste bruma que comenzaba a envolverme agradeciéndole mentalmente a Ruki quien sin decir algo, dejo unos botes de pastillas en el buro que tenía a un costado mirándome sin expresion alguna como casi siempre.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora