CAPITULO 40 (+18)

117 4 0
                                    

Estaba tan en shock que ni las palabras o las lagrimas aparecieron por ningun lado, al seguir con mi mirada clavada en aquellos vampiros quienes continuaban viendonos sin expresión alguna en su rostro.
De inmediato un millon de pensamientos intrusivos aparecieron en forma de justificacion y tortura, empezando por lo evidente en esos momentos.
Al parecer los Mukami y Sakamaki jamas podrian coexistir de forma pacifica aun a pesar de todas las sitaciones o sentimientos envueltos con anterioridad.
Me sentia una completa tonta al siquiera haber imaginado tener algo con Kou, llegando incluso a lastimar a Haru, alimentando el arrepentimiento que de por si estaba sembrandose ahi desde los hechos.

Levante la mirada observando a mis hermanos tratando de encontrar algún tipo de respuesta la cual no llego por ninguna parte, dedicandose a verlos con odio.

-¡¿Qué demonios creen que están haciendo?! - grito furioso Ayato dando un paso al frente como si pudieran escucharlo. Mi mirada volvió a parar en la de Kou sintiendo como mi mente se ponia en blanco al no recibir ninguna reaccion positiva de él. Expandí mis ojos ante lo que Ruki gesticulo al poner mis ojos en él.

"Te traere de vuelta"

Me hice para atrás casi como si sus palabras me hubieran golpeado fuertemente. Una ráfaga de aire paso agitando mi corto cabello y levantando un monton de polvo que cegó por un momento la vista de todos, quedandonos perplejos al ver que los Mukami habian desaparecido sin más.

-¿Qué fue eso? - murmure aun con la tension arremolinandose entre nosotros.

-Su olor... - Kanato arrugo la nariz dejando la frase en el aire.

-Apesta - completo Subaru sin quitar la vista de la colina.

-¿Ese es el vampiro que te interesa Rina? - susurro en mí oído Raito haciéndome mirarlo de reojo notando un brillo de satisfacción en sus ojos verdes.

-Asi que nos declararon la guerra, ¿eh? - Ayato sonrió arrogante disfrutando de la situación - Interesante - mire al pelirrojo sintiéndome cada vez más débil tomando a Kanato al ser incapaz de mantenerme en pie dejándome caer y desmayandome en el proceso al perder por completo las fuerzas.

            ✞∔✞∔✞∔✞∔✞∔✞∔✞∔✞∔✞∔✞

Abrí los ojos parpadeando lentamente escuchando como abrían la puerta del cuarto ocasionando que me tapara con las frazadas queriendo dormir más.

-Feliz cumpleaños - abrí los ojos recordando apenas en aquel momento que ese día era mi cumpleaños numero 18.

Quite la cobija de mi cabeza, mirando a los trillizos al ser los primeros en llegar sonriendo felizmente mientras Raito sostenía un pastel con una vela gigantesca de color rojo en medio indicándome que la soplara una vez que estuvo cerca de mí. Cerré los ojos y sin pedir realmente nada, sople la vela con una timida sonrisa.

-Ya eres toda una señorita - sonrió Reiji orgulloso.

Ayato se acercó a mí y sin dar tiempo de nada, me estrujo contra su cuerpo.

-Ore-sama tiene que ser el primero en darte un abrazo - alardeo escuchando como Kanato se quejaba seguido de Raito uniéndose al abrazo haciéndome reír mientras los demás miraban.

Decidí meterme a bañar pensando mientras me lavaba el cuerpo sobre la situación con los Mukami. No lograba atar cabos de absolutamente nada sobre lo sucedido, por mas que trataba de entender, mas raro se volvia todo.
Regresando siempre al comienzo donde no habia respuesta. Suspire y una vez aseada y vestida salí a mi habitacion encontrándome con exactamente 6 obsequios uno por cada hermano haciéndome de inmediato cambiar mi estado de animo.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora