Capitulo 35

72 5 0
                                    

Las pupilas de Ayato temblaban como si estuviera a punto de llorar mientras yo lo miraba estupefacta sin poder creer que el chico arrogante con aires de grandeza se estuviera rompiendo frente a mí.

–Aquí estoy – murmure acercándome cautelosamente a él, tomando su cara entre mis manos mientras acariciaba sus mejillas con mis pulgares en un intento de consolar el malestar provocado.

–Rina – susurro cerrando sus ojos correspondiendo al tacto frotándose levemente contra mis manos acercándose cada vez más a mí para acto seguido tomarme entre sus brazos como si quisiera asegurarse de que estaba ahí.

Su cara estaba lo suficientemente cerca de la mía como para lograr ponerme roja.

–Hay dos cosas chocando contra mi pecho – solto de repente levantando sus cejas sinuosamente.

–Hay dos cosas chocando contra mi pecho – solto de repente levantando sus cejas sinuosamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–¡¡Ayato!! – exclame haciéndome para atrás avergonzada.

–Es broma – soltó viendo como trataba de aligerar la notable tension que habia estado teniendo, acercándose a mí dándome un beso en la frente quedándose ahí por unos segundos.

–Ayato – llame ocasionando que se separa para verme de forma interrogante – necesito hacer algo – comente separándome un poco de él, volviendo a sentir la necesidad de regresar a la plaza para ir a buscar a aquel chico de cabello azabache comprobando con aquello las ganas que tenia de verlo. Ayato frunció el ceño metiendo una mano en el bolsillo de su pantalón.

–¿Qué es eso que tienes que hacer? – Soltó un tanto brusco moviendo su cabeza a un costado en señal de duda – No te lo quería decir pero apestas a Mukami. Espero que no vayas a ir con uno de esos bastardos.

–Para nada – levante mis manos moviéndolas de un lado a otro tratando de calmarlo.

–Si es así, no quiero que llegues tarde – Ordeno señalándome – Te estaré esperando – se dio media vuelta y desapareció. Acomode mi abrigo, el gorro y el parche preparada para correr.

Volví a la plaza mirando a todos lados deseando verlo aun ahí sintiendome incluso un poco desesperada al ser ya un tiempo de no saber nada de él. Comencé a correr hacia las casas que se encontraban en el centro al no ver rastro de él en aquel lugar, encontrándome con unas escaleras que llevaban a otra colonia la cual desconocía por completo.

Puse un pie en el primer escalón deteniéndome abruptamente al escuchar aquella voz después de tanto tiempo. Me voltee, encontrándome a Haru sosteniendo unas bolsas de lo que parecia ser mandado.

–No pense encontrarte aquí – hablo en un tono de voz frío subiendo los escalones que nos separaban quedándose uno por debajo de mí.

–¿Quién es la chica con la que siempre estás? – solté sin pensar en mis palabras arrepintiéndome al sonar más demandante de lo que estaba a pesar de estar tremendamente feliz de tenerlo frente a mi.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora