CAPITULO 57

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Mire al frente sintiendo el cosquilleo de la sangre aun bajando por mi sien. Torpemente y con la mano temblorosa la acerque a mi cara horrorizándome del dolor en cada centímetro de mi rostro. 

Odiaba que en aquellos momentos mi cuerpo continuara con vida, deseaba con tantas ansias dejar de respirar o al menos de sentir.

Las ganas de terminar con aquello crecían.

Trate de mojar mis labios pero el ardor y la falta de saliva me detuvo casi de inmediato de hacerlo.
–Dios mio... – la sombra de alguien apareció frente a mis ojos apenas siendo capaz de ver con mi ojo izquierdo y a duras penas reconocer la voz de Irie  –  Vamos, ayúdame a levantarte – troto a mí lado y una vez que se agachó frente a mí me tomó por debajo de las axilas – A la cuenta de tres. Uno, dos y tres – Irie con mucho esfuerzo me puso de pie mientras yo gemia de intenso dolor en todo mi cuerpo mientras hacía lo posible para seguir caminando.
Irie sin aguantar más mi peso casi muerto me soltó con algo de brusquedad sobre el colchón provocando un grito de dolor al recordar que seguía teniendo aquella cosa incrustada en mi ano. La mujer me miró con pena indicándome que me recostara para poder ayudarme.
De un tirón saco aquel objeto haciendo que pujara ante la sensación mientras mis manos apretaba la sabana debajo de mi.
–Listo – volvió a tomarme del torso y con fuerza volvió a tirar para hacerme quedar sentada y apoyada en la pared.
–Ayúdame por favor... – suplique levantando por fin la vista del suelo observando como ella fruncia el ceño en aflicción. Tomó una toalla que mojo en agua evitando mirarme a los ojos – Mi padre, el me va a sacacara de aquí, ¿cierto? – solté con una sonrisa esperanzada. El no iba a permitir que siguiera pasando todo esto. Me iba a salvar.
–Eso no va a pasar – Irie tomó asiento a un lado de mi bajando aún más la mirada notándose bastante apenada – El fue el que permitió que llegaras hasta acá.
Mi esperanza se vio siendo aventada por un barranco en cuestión de segundos.
–A él siempre le han importado solamente sus ideales. Quiere mantener la sangre pura. Es por eso que estas aquí, con los Tsukinami – mis manos no tardaron en empezar a temblar siendo presa del pánico total.
–Esa es la verdadera razón por la que estas aquí.
Comencé a negar sin querer seguir escuchando todo aquello, era como si se tratara de una broma de mal gusto. Tape mis oídos repitiendo aquellas palabras en mi cabeza de una manera enfermiza.
–No, eso no puede ser verdad – abrí los ojos a tope tomando a la mujer frente a mi de los hombros mirándola para que dijera algo – ¡Dime que no, por favor! – solloce aventando lo que había traído para curarme olvidando por completo el dolor – ¡¡Saquenme!! – brame histérica sientiendo que mi cabeza iba a explotar.
Irie se puso de pie asustada por cómo estaba actuando.
Tape mi rostro y comencé a balancearme de adelante hacia atrás.
Tenía que ser una broma, tenía que serlo. Había escuchado mal, era eso, eso...
–Irie, vete de aquí – la demandante voz de Carla sono en la habitación provocando que tapara mis oídos al sentir como me taladraban los tímpanos – Quiero pensar que ya sabes todo. Ese a sido el plan desde un principio – negué cómo si tuviera un tic sin parar de balancearme esta vez con más fuerza – Tu padre siempre a estado desquiciado y tu no te quedas atrás. Sabiendo eso, me voy a encargar de que sepas todo.
–No, callate – suplique con la voz entrecortada mirándolo por debajo de mis párpados hinchados – ¡Callate!
–¿Recuerdas aquel día en la rueda de la fortuna? – abrí los ojos a tope asustandome de que el supiera algo como eso – ¿De verdad sigues pensando que Cordelia te poseyó aquel día? – este sonrió de manera descarada haciéndome sentir todavía más humillada – No seas ingenua.
–¡¡Callate!! – me puse de pie ignorando el dolor a causa de la adrenalina que estaba sintiendo. Me plante frente a él y lo mire rogándole con los ojos que detuviera aquella lluvia de veneno.
–Acepta tu verdadero yo – tomó mi mandíbula apretandola para obligarme a no separar mi mirada de la suya –Esto es lo que tú eres, así que, para de engañarte – apreté los dientes ante sus palabras.
Me sentía enferma conmigo misma.
–Todo este tiempo tu mente a negado todo como un medio de protección.
Carla me soltó mientras me empujaba provocando que cayera de rodillas sin soportar mas el dolor en todo mi cuerpo.
–Estas mintiendo – negué evitando creer lo que me estaba diciendo mientras esté se ponía de cuclillas frente a mí observandome con curiosidad.
–¿De verdad lo crees? – preguntó.
Frunci el ceño de inmediato para después tomar mi frente sin saber ya realmente quién era.
–Eso pensé – Carla se puso de pie una vez sus palabras salieron como balas mientras yo seguía mirando al suelo dándome cuenta de los rastros de sangre seca en el suelo. Aquello ocasionó una descarga en mi volviendo a la realidad a la que me estaba enfrentando.
–¿Quién eres tú para venir a decirme lo que soy? No tienes una maldita idea  – levante la mirada observando como el vampiro volteaba a verme mientras yo me encajaba las uñas en las palmas de mis manos para mantenerme en estado de alerta – No sabes nada. Fundador de mierda – escupi con furia provocando una expresión de sorpresa en la cara del hombre frente a mi durando tan solo unos segundos, volviendo a su expresión habitual notando un brillo en sus ojos color miel, maravillado.
Comencé a reírme sin razón alguna convirtiéndose en carcajadas que hicieron eco en el lugar sorprendiendome de los cambios de emociones tan bruscos que estaba llegando a tener.
–Fundador de mierda – repetí cómo si hubiera contado el mejor chiste mientras lo miraba aun con lágrimas en los ojos – Si, eso es lo que eres. Una mierda – volví a reír fuertemente a causa de mi propio comentario.
–Tienez razón. Vamos a ver si el día de mañana dices lo mismo.
Seguí carcajeandome aun con lágrimas saliendo de mis ojos sintiendo que mi cabeza era todo un lío. Era tanta información que de verdad estaba comenzando a perder el sentido de la realidad.
Mi visión se volvió paulatinamente negra mandando señales a mi cabeza la cual canalizaba en fuertes punzadas. Pare de reír y cerré los ojos ante el vértigo que me estaba dando.
Imágenes de un sitio extraño, voces tanto de un hombre como de una mujer comenzaron a resonar fuertemente en mi cabeza haciendo que tomará mi cabeza entre mis manos esperando callar aquello.
Las voces se volvieron más fuertes casi como si hubieran escuchado mis pensamientos, al punto de sentir que se encontraban a un lado de mi gritandome justo en el oído. Mareada y bastante desorientada, tomé el mango de algo con bastante fuerza mientras que mi otra mano seguía tapando mi oído izquierdo.
Las voces se callaron por completo ocasionando que abriera los ojos, mirando que lo que había tomado era el cuchillo que minutos antes Shin había dejado en el suelo a centímetros de mi oído listo para incrustarmelo.
Como si el artefacto me hubiera dado una descarga eléctrica, lo solté temblando ante lo que estaba a punto de hacer. Me arrastre y me acosté en la sucia colchoneta tapandome la cara rogando por poder dormir aunque fueran unos minutos.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora