La Pequeña Sakamaki

CAPITULO 9

Llegue a la mansion Mukami estando a punto de anochecer, pensativa durante todo el recorrido por las escenas que habia tenido que estar pasando en tan poco tiempo. El agotamieto con cada día nuevo que pasaba era cada vez mas duró y las consecuencias de aquel extraño padecimiento no hacian mas que estragos en las caracteristicas propias de un vampiro. Era como si me tratara de cualquier humano.
Llegue al baño decidida a tomarme una ducha al sentirme sucia a causa del caluroso clima de toda la mañana y tarde. Cerre la puerta detras de mi y una vez dentro, observe mi reflejo en el espejo notando dos círculos morados debajo de mis ojos, ojos apagados y piel casi traslúcida a pesar de ser en demasía pálida. Mi inspeccion se vio fuertemente interrumpida cuando una orda de tosidos atacaron mi garganta de forma violenta obligandome a caminar casi a trompicones al lavamanos para soltar la sangre que amenazaba segundos antes en caer al suelo. Una vez logre estabilizar el malestar, limpie las gotas de sangre mirando en donde se habian encontrado con cierta lejania.

Corrí por los pasillos una vez sali del baño vestida y sin zapatos resbalandome al aun tener los pies mojados alcanzando a sostenerme torpemente de la pared, una risita apareció viendo que se trataba de Yuma quien miraba divertido la escena ante mi imprudencia.

–Menudo golpazo te ibas a meter – se rió airosamente negando con su cabeza.
Rode los ojos evitando mirarlo avergonzada porque tenia toda la razon, si no me hubiera agarrado, mi cabeza se hubiera estrellado contra el suelo y dadas mis circunstancias aquello significaria una herida terrible.
Aproveche el momento y me coloque las botas cafes que llevaba en una mano para pasar a un lado del grandulon con direccion a la habitacion de Ruki.
Antes de tocar a su habitacion, mire el balcon que se encontraba justo frente a la propiedad, notando su presencia ahí la cual se encontraba de espaldas mirando hacia afuera ajeno a mi aproximación.

– ¿Por qué no me dijiste nada? — reclame sin entender las razones de dejarme ir con mis hermanos a pesar de ya haberles contado todo.

–Me parecio justo que fueras tu misma a contarselos – índico sereno sin dirigirme la mirada.

–Y tenias razon, fue lo justo.

–Ademas, queria que vieran que no estaba mintiendo, corroborando la informacion tuya con la mia no iba a quedar ninguna duda, ¿cierto? – se dio la vuelta sonriendo muy sutilmente con cierto orgullo en sus palabras.

Era un vampiro increiblemente perspicaz, todo habia estado planeado.

Decidi levantarme temprano con la idea de ir a clases sin realmente tener permitido hacerlo pero ya harta de estar encerrada sin nada de provecho que hacer. Me aliste rapidamente y baje las escaleras mirando a los Mukami que ya se encontraban listos en la entrada de la mansion agarrandolos en el momento en que se disponian a irse. Sintiendo mi presencia todos voltearon a verme mientras llegaba a ellos fingiendo desinterés en mi mirada inexpresiva.

–Es aburrido estar aquí – señale encogiendome de hombros.

–Estoy feliz de que Rina venga con nosotros a la escuela – comento Azusa con su típico tono de voz lento. Sin poder oponerse, Ruki solto un suspiro dejandome ir al final.
Al llegar a la puerta de la limosina, el mayordomo abrió la misma tomando asiento sin debatirme mucho en donde realmente sentarme.
Mis parpados no tardaron mucho en ceder al bamboleo del coche haciendome cerrar los ojos para comenzar a dormitar. Al cabo de unos minutos de intentar luchar contra el sueño comencé a abrir mis ojos, notando que me encontraba acostada en el regazo de alguien. Volteé mi cabeza para saber de quien se trataba topandome con la enigmatica y fria mirada de Ruki mirándome al notar que hacia lo mismo. Parpadee aun algo desorientada volviendo mi mirada a los demas viendo que mi bolso estaba con Kou quien nos miraba receloso.