CAPITULO 62

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Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza sin despegar mi mirada de la de Raito quien sonrió de lado provocando una opresión en mi pecho.
Como si el asiento quemara me puse de pie rápidamente provocando un fuerte mareo que me hizo tambalear.
Subaru de inmediato se acercó a mí tomandome entre sus brazos mientras que los demás se ponían de pie con la misma rapidez que mi hermano.
—¿Rina? — la voz de Shu resonó en mi cabeza como un eco mientras yo me mantenía viendo el suelo aún con aquellas palabras en mi cabeza. Su mano se coloco en mi hombro esperando alguna otra reacción mía.
—Lo siento, estoy arruinando todo — hable suavemente colocando de mejor manera mis pies en el suelo aún siendo sostenida por el albino.
—¿Que a pasado? — preguntó Kanato igual de confundido que los demás.
—No es nada, de verdad, discúlpenme.
Por el rabillo del ojo pude ver como Raito hacia el ademán de acercarse y tomar mi mano provocando que Subaru de inmediato reacciónara dirigiéndome de nuevo al sillón dejando atrás a Raito.
La situación era demasiado rara, no entendía porque cuando el de cabello castaño quería acercarse a mi, todos se ponían tensos como si estuvieran deteniendo algo.
Ahora más que nunca me quedaba claro que Raito estaba o esta enamorado de mi lo cual no hacía más que hacerme sentir extrañada por tan osada relación. Tal vez no éramos hermanos de sangre pero si que lo éramos por parte de mi padre. Eso marcaba una enorme línea que al parecer se cruzó.
Reiji se puso de pie y en compañía de Shu aviso que iría por un té para aligerar la situación.
—Rina — llamó la voz de Kanato notando como sacaba de su bolsillo un pequeño oso de peluche el cual hacía juego con el llavero que colgaba en su pantalon, provocando que de inmediato abriera los ojos ante lo lindo que era — Lo hice hace un tiempo pensando en ti — se sentó en la mesita ratona del centro frente a mi y estiró su mano para entregarme el osito color vino. En su ojo izquierdo había un parche y portaba un chaleco color negro que cubría su pequeño cuerpo.
Mire el oso entre mis manos sintiendo como mi cabeza dolía.
La imagen de Kanato ahorcando a un chico en el suelo apareció en mi cabeza seguido de un peluche ardiendo en la chimenea.
—Teddy — hable. Kanato abrió los ojos estupefacto mientras Ayato, Subaru y Raito se miraban entre sí al haber dicho aquello.
—¿Recordaste algo Rina? — preguntó Ayato mirándome aún con aquella expresión de incertidumbre.
—¿Qué pasó con Teddy? — pregunté al escuchar aún el grito de Kanato resonando en mi cerebro.
—Se quemo hace unos años — sonrió con tristeza mirando mis manos.
Antes de que alguien más pudiera decir algo, el de ojos lila se puso de pie caminando fuera del lugar deteniéndose antes de irse.
—Me alegro de saber que estas viva Rina. A ti no te puedo perder — hablo mirándome por encima de su hombro para después abandonar el lugar con un aura pesada sobre el.
—¿Dije algo malo? — hable hacia los demás viendo como Subaru suspiraba negando ante mi pregunta.
—Poco a poco Rina, lamento que tengas hermanos tan alborotadores — mire a Raito quien sonrió, tranquilizandome ante sus palabras.
Aquel chico a quien Kanato ahorcaba. ¿Quién era?

Decidí recorrer el jardín de la mansión siendo observada por los ojos de mis hermanos a la lejanía, agradeciendo el espacio que me brindaban. Aquel lugar era inmenso y sumamente bello. Lamentaba en demasía no poder recordar nada con claridad siendo solamente fragmentos de toda mi vida.
Era muy extraño el incluso convivir con las personas que me vieron crecer pero que al mismo tiempo no sabía cómo actuar ante ellos.
Toque las rosas blancas que se encontraban ahi, parandome frente a una enorme torre en forma de pilar la cual no tenía nada más que la entrada y una pequeña ventana en la cima de esta.
Parpadee sintiendo un dolor en el pecho el cual hizo que colocará mi mano en aquel lugar sin dejar de observar aquel lugar. Sin darme cuenta, mi otra mano presionó sobre una espina provocando un profundo corte el cual puso alerta a todos mis hermanos.
Abrí mi boca al ver la figura de mi madre viendome desde aquel lugar abriendo los ojos al leer sus labios.
"Lo que vez, no es lo que es"
Una mano se coloco en mis ojos mientras que otra tomaba mi mano sangrante pegandome a su pecho.
—A sido suficiente por hoy — susurro la voz de Raito en mi oido provocandome escalofríos al sentirlo tan cerca de mi.
—Sueltala — ordenó la repentina voz de mi padre.
—Tu no entiendes nada.
La mano de Raito acarició el dorso de mi mano mientras mis ojos seguían siendo obstruidos.
—Mi madre...
—Raito — volvió a hablar Karlheinz esta vez con un tono de advertencia.
Raito me soltó suavemente dejándome ver de nuevo.
Mi padre tomó mi mano acercándome hacia donde estaba él manteniendome lo más alejada de mi hermano.
—El volver a verte a sido la sorpresa más placentera de toda mi vida, pronto nos volveremos a ver. Te lo prometo — sin mas, Raito desapareció de ahí no sin antes guiñarme un ojo.
Sin darme oportunidad de despedirme de los demás, mi padre tomó mi mano y en cuestión de un parpadeo ya nos encontrábamos dentro de la limosina.
—Mi madre...
—No volverás a ver a tus hermanos.
De inmediato una presión en mi pecho se formó provocando que abriera los ojos en completa sorpresa.
—¿De qué estas hablando? — recargue mis manos en el asiento inclinandome hacia adelante tratando de encontrar la mirada de mi padre.
—Fue un error, no debiste verlos nunca — negó con la cabeza mirando al suelo con expresión gélida.
—Detente.
—Ellos no son buenos para ti, necesitas protección, no vas...
—¡Detente! — grite desesperada.

De que demonios hablaba. Estaba harta de tanto misterio no podía con tanto, la cabeza me iba a explotar ante tanta confusión e incertidumbre con la que mi propio padre me trataba.
Si el creía que me quedaría toda la vida sin recordar, estaba más que equivocado. No iba a ser un maldito vegetal que no sabía ni decía nada.
—No me vas a mantener cautiva. Eso se acabó — para mi suerte la limusina se detuvo en ese momento dejándome salir de ahí caminando a pasos agigantados escuchando los gritos de mi padre por detrás.
—¡Rina, escuchame! ¡Detente ahí mismo! — como si mi cuerpo fuera una máquina, pare en seco quedando en medio del patio de la mansión.
Me voltee mirándolo con el ceño fruncido y alzando la vista una vez que estuvo frente a mi.
—Vas a obedecer.
—Ya no soy una niña. No voy a dejar de ver a mis hermanos padre, son mi familia — di un paso al frente retando su dura mirada.
—No lo volveré a repetir.
Karlheinz pasó a un lado de mi dando por terminaba la disputa generando en mi un sentiento de odio y rebeldía ocasionando que escupiera lo próximo que salió de mis labios.
—¿Tienes algo que esconder o es porque Raito esta enamorado de mi?
La mirada de mi padre se ensombrecio adoptando una postura aún más firme evitando mostrar lo intimidada que me encontraba.
—¿Que dijiste? — repitió seguro de que había escuchado pero incapaz de comprender lo que había dicho.
—Me escuchaste padre,no hay razones para mantenerme cautiva.
—¡Estuviste años en coma!
—¡¿Y porque razón!? — grite de vuelta provocando que mi padre apretara su mandíbula realmente cabreado por mi subidon de osadía. Este me tomó fuertemente del brazo y con brusquedad comenzó a jalonearme por toda la mansión hasta llegar a mi habitación a pesar de hacer el esfuerzo de soltarme.
—Irie, dale sus pastillas — ordenó fríamente a punto de darse la vuelta para irse.
Sin tener nada en contra de Irie, golpee su mano con la caja de pastillas negandome a seguir con aquello. Karlheinz dio media vuelta poniéndome la mano en la cabeza con fuerza sin despegar su mirada de la mía.
—Fue suficiente — escupió mientras mi cuerpo lentamente se debilitaba llevándome lentamente a un profundo sueño.

Aquel sueño, había logrado levantarme agitada y temblorosa mientras de mis ojos brotaban lágrimas al ver a aquel hombre cubriendo mi boca mientras me miraba con uno de sus dedos en sus labios indicándome que no hiciera ningún ruido.
-Te encontré Rin-Rin
Levante las cejas completamente sorprendida ante la presencia de aquel apuesto joven de rubios cabellos y ojo azul.
Era espléndido, incluso de tan cerca. Me resultaba cautivador en todos los sentidos provocando de inmediato una sensación de inquietud embriagado de emoción. Aquel joven, era el que me habló en mis sueños y profeso su amor y cariño hacia mí. Quería abrazarlo e incluso besarlo pero no tenía ni idea de lo que podría ocurrir o siquiera como tomaría mi acción. Tenía miedo porque no sabía cómo actuar frente a él sabiendo ciertos puntos claves de la relación que mantuvimos en el pasado.
-¿Me prometes que no vas a gritar si quito mi mano? — susurro con una mirada apenada dejando su otra mano en mi cabello.
Asentí lentamente nerviosa por la cercanía que había entre su rostro y el mío.
Kou retiro suavemente su mano de mi rostro y con algo de miedo miró mi boca esperando a que hiciera algo lo cual no sucedió.
Trague saliva y seguí observándolo con suma atención notando como sonreía agradecido.
—Lo siento, por aparecer así, no podía esperar.
Kou rasco su nuca mirándome con las mejillas sonrojadas.
—¿Como supiste...?
—Hace mucho no utilizaba esto — Kou toco su parche desviando su mirada de mi.
Frunci el ceño sin entender a qué se refería notando cómo volvía sus ojos hacia mí notándose nervioso.
—¿Rin-Rin?
Me encogi un poco en mi lugar tocando mis dedos entre ellos sintiéndome extremadamente ansiosa sin saber cómo reaccionar ante la presencia de aquel chico.
Sentía demasiadas cosas en mi pecho pero tenía miedo al tratarse de una presencia aún desconocida para mi cerebro.
—¿Que pasó durante estos años?
Parpadeo y comienzo a negar repetidas veces sintiendo cómo mi cabeza comienza a punzar dolorosamente al tratar de indagar más allá.
—No recuerdo. Nisiquiera recuerdo la relación que tengo con mis hermanos.
Kou abre la boca sorprendido.
—¿Recuerdas mi nombre? — Kou señala notandose en su cara la preocupación al no poder responder aquello.
—Kou — sonrió con tan sólo pronunciar aquello.
Kou abre los ojos y sonríe enormemente de emoción asintiendo suavemente.
Kou toma mi mano y la dirige a su pecho mirando mis ojos esta vez con expresión sería y decidida.
—Haré que recuerdes la linda historia que tu y yo tuvimos. Lo prometo.

Observe la ventana abierta mientras la brisa pasaba por las cortinas moviendo las suavemente al son de esta anhelando que Kou se quedara un poco más conmigo.
La puerta de la habitación se abrió violentamente haciéndome saltar en mi lugar sin despegar mi vista de aquel lugar por donde desapareció el rubio.
–Se a ido – murmure volteando a ver a mi padre con neutralidad en mi rostro.
Karlheinz se acercó a mí y sin decir palabra me abrazo fuertemente pegandome a su pecho reposando una de sus manos en mi largo cabello.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora