CAPITULO 63

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Mi mirada seguía fija en aquella ventana incluso después de sentir como los brazos de mi padre dejaban de sostenerme con necesidad, dejándome de nuevo sola en aquella enorme habitación.
Toque mi rostro recordando el tacto de Kou sobre mi piel sintiéndome aletargada por aquel contacto.
Me puse de pie y con lentitud camine hasta la ventana mirando el cielo ansiando volver a verlo.
Sonrei de forma inconsciente anhelando aquello que prometió, deseando poder recordar todo aquello que el y yo vivimos en el pasado.

NARRADOR POV
–¿Estas enamorado de ella como de mamá?
Raito sonrió ligeramente negando ante la pregunta del menor de los trillizos, volteando para verlo.
Ayato mantenía una expresión un tanto confundida ante la respuesta de su hermano mayor viendo cómo este caminaba sentándose en el banco del piano donde se pasaba la mayor parte del tiempo.
–¿A qué le temen? – indagó Raito poniendo expresión seria al ser algo que también el se cuestionaba con frecuencia. Incluso pensando en la muerte de su adorada hermana – Cordelia y Rina sólo comparten una cosa. Y es que a ninguna la veo como lo que son.
–¿Porque ella? ¿Porque? – Ayato negó incapaz de entender empezando a cabrearse poco a poco ante los sentimientos retorcidos de su hermano. Lo único que él pensaba era en lo que su madre había convertido a su hermano. Ella tenía la culpa de todo, había sido un ser despreciable y las consecuencias seguían viéndose.
–No lo se – la voz de Raito sono apagada mientras su sonrisa poco a poco desaparecía de su rostro.
–Rina a cambiado Raito, ya no es aquella niña de 17 años – la voz de Ayato sono dura y tajante notando la expresión un tanto melancólica de Raito quien se posó sobre sus manos – ¿Que hay de la Rina del pasado que pueda corresponderte?
Raito clavo sus ojos en Ayato como si le hubieran golpeado el estomago ante lo recién dicho siendo algo que en ningún momento espero, cayendole como un balde de agua fría sobre su espalda.
Era verdad, Rina no tenía ningún recuerdo con el, y probablemente tuviera miedo al enterarse de lo que pasó con su propio hermano, después de todo no era algo natural o normal en lo absoluto.
De inmediato Raito trago saliva sintiendo miedo de que su amada hermana lo viera con repudio, repeliendolo, odiandolo e incluso juzgandolo.
Raito se puso de pie y camino hacia la enorme ventana que llegaba hasta el techo percatandose de la verdadera situación.
Rina ya no lo amaba, Rina tal vez ya no  le correspondia y eso no hizo más que poner a Raito alerta al venirsele a la mente aquel Mukami rubio de ojos azules quien podía ganar aquella batalla.
Bajo la mirada y recordando el rostro de su hermana, sonrio convencido de lo que tenía que hacer jugando esta vez a favor de Karlheinz.
Rina no podía saber de los Mukami o relacionarse con ellos. Aquello jugaba a su favor y sonrió ante la idea.

RINA POV
Camine por aquel enorme pasillo mirando mis pies quienes con calma pisaban aquella alfombra roja pensando en hablar con calma con su padre y pedirle que la dejara ser libre. Me sentía agotada e incluso adormilada una vez que logre llegar a aquel enorme estudio.
Sin más, abrí la puerta suavemente encontrándome a mi padre dándole la espalda a la puerta.
Al darse cuenta de mi presencia, dio media vuelta y me miró con cierta tristeza en su rostro.
–Padre, ¿Porque? – pregunté tragando saliva ante él nudo que quería pasar pero que por más que intentaba volvía a aparecer en mi garganta – Dime que esta pasando, padre. Por favor.
Karlehinz abrió un poco sus ojos mirándome un tanto sorprendido por mi repentina petición.
–Rina, yo...
–Me duele el no poder comprender nada y que lo poco que logró alcanzar me lo arrebatas sin culpa.
Pare mis pasos, quedando en medio de aquella enorme habitación siendo iluminada por la cálida luz que emanaba del candelabro sobre mi. Karlehinz apretó su mandíbula y con parsimonia, camino hacia mí.
Negué sintiendo como mis ojos se humedecian a causa de la impotencia que sentía y la tristeza que crecía en mi pecho.
–Jamás e querido hacerte sentir mal Rina, es solo que eres lo más preciado que tengo. No quiero sentir que te pierdo de nuevo, entiéndeme – cerré los ojos sintiendo la mano de mi padre sobre mi rostro.
–No entiendo nada, ayúdame a entender – abrí mis ojos encajandolos sobre el rostro de mi progenitor quien ahora se dedicaba a dejar caricias sobre mi rostro mientras me miraba con aquellos enigmáticos ojos dorados.
Mordi mi mejilla al sentir como las lágrimas caían por mi rostro tratando de pararlas con él dolor en mi piel.
–Ven aquí mi dulce niña.
Sin más, Karlehinz tomo mi espalda y me acerco a él para envolverme en sus brazos haciendome llorar.
–No volverás a sufrir mi rosa blanca. No llores.
Baje la mirada sintiendo que aquellas palabras no eran verdad y sólo las usaba como consuelo para hacerme sentir mejor generando el efecto contrario.
Sorbi mi nariz y asentí tratando de regalarle una sonrisa a mi padre quien me observó con cierta preocupación al notarme bastante aquejada.
Karlheinz dejó su mano sobre mi mejilla  acariciandola con su pulgar mientras limpiaba las lagrimas que seguían cayendo por mis ojos.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora