CAPITULO 4

117 4 0
                                    

Me levante lentamente mirando que en la mesita de noche se encontraba una taza de té y un pan con mantequilla listo para ser devorado por mi. Volteándome, note que mi hermano no se encontraba ya a mi lado, pero enfrente de mí estaba Reiji sentando en el sofá que se encontraba en diagonal a la cama.

-Rina más tarde quisiera hablar contigo - comento Reiji seriamente acercándose a mí una vez que noto que me encontraba despierta.

- ¿Qué pasa? - pregunte nerviosa agarrando la taza de té una vez que me incorpore, dándole un pequeño trago.

-Aquí no, será hasta la hora de la cena, después de ir a la escuela - explico acomodándose los lentes dirigiéndose a la salida - vístete, te esperamos abajo - salió de la habitación sin decir nada más dejándome con una sensación incomoda en el pecho.

Termine de arreglarme una vez acabe con el pequeño desayuno, haciéndome una media coleta y bajando para encontrarme con los demas. Una tos comenzó a abandonar mi garganta de una forma violenta y dolorosa deteniendo mi caminar al ver que en la palma de mi mano había pequeñas gotas de sangre esparcidas provocando que abriera mis ojos llena de miedo al no saber que demonios ocurría conmigo. Inhale fuertemente y con un pañuelo que siempre cargaba, limpie mi mano obligándome a tranquilizarme.
Llegue a la sala encontrándome con la presencia de todos dispersados en el lugar notándose un aire pesado pululando en el lugar.

-Decidí tocar el tema ahora al escucharte hace unos minutos - cerré los ojos al entender que había escuchado la tos de perro con la que había lidiando hace unos momentos - Me parece que estas padeciendo de algo que hasta el momento somos incapaces de entender. Tu salud se a deteriorado considerablemente.

-No creo que se trate de algo serio Reiji, son simples dolores de cabeza, todos hemos estado bastante alertas estos días - explique de forma vaga quitándole cierto peso al tema.

-Rina, en 4 días has logrado verte terriblemente desmejorada - comento Raito en un tono de voz que detonada su incoformidad ante mi vaga respuesta - Ayer el dolor volvió, ¿recuerdas?

-!¿Que?¡ - grito Subaru - ¿Por qué no me dijiste nada si ayer fui a tu habitación? - empezó a decir bajando el volumen de su voz cada vez que pronunciaba una palabra mirándome con cierto pesar.

-Oye Rina, queremos ayudarte - suspiro Ayato quien se encontraba cruzado de brazos y piernas.

-Tan boba, te preocupa preocuparnos - murmuro Shu acostado en el sillón con los ojos cerrados.

-Lo mejor será realizarte exámenes de absolutamente todo para descartar cualquier cosa. Si se trata de una enfermedad o virus, será mejor detectarlo rápidamente - explico Reiji tocándose la barbilla.

-Lo siento, lo menos que e querido con la llegada de Yui y los otros vampiros a sido incomodarlos o alterarlos más de lo que estamos todos - exprese cabizbaja ante la mirada de todos ellos puesta en mi.

-No digas tonterías, eres nuestra hermana pequeña, si nosotros no te cuidamos, ¿Quién lo va a hacer? Olvidate de esos pensamientos estúpidos - comento Ayato con una sonrisa haciendo que levantara mi cabeza y le devolviera la sonrisa.

-Reiji, si Rina tiene una enfermedad, ¿hay posibilidad de que sea mortal? - pregunto Kanato un poco nervioso provocando en mi la misma sensación al soltar aquellas palabras.

-Sus atributos como inmortal no lo permitirían, pero de igual forma, descartemos cualquier cosa y evitemos que sigas teniendo síntomas molestos - manifestó Reiji acomodándose los lentes.

-Está bien - accedí sin nada más que decir, retirándome de la sala.

La apariencia que el reflejo de aquellos espejos daban, hacia que dudará de sí realmente estaba completamente saludable, esperando que se tratara de la mala iluminación de los baños de aquel lugar. Salí de ahí caminando sin muchas ganas de encontrarme ahí ese día.
-Viste esta foto, sale tan guapo - murmuro una chica sacando mi cotilla interior al querer saber de quien se trataba.

La Pequeña SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora