¿Un bebé?

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Un hombre de aspecto robusto y corpulento, de rebelde cabello negro azabache como el mismísimo carbón y ojos claros de una tonalidad grisácea le hacía verse el más atractivo de aquella sala llena de hombres de aspecto imponente y perfectamente trajeados. Todos, excepto él, estaban hablando y discutiendo sobre propuestas y temas serios, que a su parecer le aparecían aburridas. Él era tan importante como todos ellos, debería participar en la reunión, sin embargo estaba garabateando cosas sin sentido en el portafolios que tenía delante.

-Elliot, no te distraigas. -Moví mi cabeza para ver a la persona que se atrevió a interrumpir mi concentración en mi dibujo. Estaba cansado y aburrido, odio los lunes.

-Tsk... Mike, deja de molestar.

-Presta atención. Están hablando de alguien importante, no hagas como en la escuela.

-Estas reuniones son siempre lo mismo, me aburro.

-Es nuestro trabajo.

-Quiero irme a casa, y estoy seguro de que tú también preferirías mil veces quedarte en la tuya con Kristen.

-Por supuesto que prefiero a mi mujer a estar aquí, pero me gustaría conservar mi empleo para darle las mejores cosas a ella.

-Aburrido.

-¿Y tú? Ya tienes 196 años y sigues más solo que el número 1. 

-Tengo 28 años.

-Si claro, en edad humana puede que sí, pero no eres humano y yo tampoco, ninguno de esta mesa lo es. Recuerda lo que somos, por eso deberías empezar a buscar a tu pareja ya.

-No me hables como si fueras mi madre. Ya es suficiente con tener que aguantarla a ella.

Todos los demás seguían hablando de temas absurdos, mientras que Mike; mi mejor amigo desde la infancia, y yo seguíamos discutiendo y hablando de cosas sin sentido. Era un gran amigo, lo considero como mi hermano, pero a veces era insufrible. Siempre iba detrás de mí con eso de la responsabilidad, sentar la cabeza y la madurez. Por supuesto que yo también quería formar una familia, pero ninguna mujer con la que he estado me ha hecho sentir que era la adecuada. Kristen y Mike estaban hechos el uno para el otro, les envidio... yo también quiero encontrar esa persona especial para mí. 

Continúe dibujando en el papel aparentando que estaba tomando apunte; al igual que hacía en el Instituto, e intenté desconectar de ese ambiente lleno de trabajo en el que me encontraba. Los minutos y las horas pasaban lentamente, la corbata me estaba ahogando y cada vez traían más papeles que debía firmar, estaba exhausto, pero en aquel preciso instante sentí una sensación extraña recorrer todo mi cuerpo, junto con un embriagante aroma de vainilla y rosas. Es ella, me dije una y otra vez, estaba seguro de que había encontrado a esa persona.

Me levanté de mi cómoda silla y golpeé la mesa con las manos. Todos se quedaron en silencio y me miraron confundidos. Había interrumpido la "importante" reunión. Enseguida vi como Mike se levantaba también, y colocaba su mano en mi hombro para que me volviera a sentar.

-¿Elliot, qué pasa?

-¡La he encontrado Mike, la he encontrado! -En menos de un segundo había abandonado mi lugar y ya me encontraba saliendo del edificio.

Ni siquiera me molesté en coger mi coche, simplemente empecé a correr dejándome llevar por aquella sensación que había dominado por completo mi cuerpo. Quería saber ya quién era, quién era la mujer con la que pasaría toda mi vida, a la que cuidaría con todo mi amor y con la cual formaría una preciosa familia de ensueño. Mis pies me llevaron hasta el hospital de la ciudad y sin pensármelo dos veces entré, miré esperanzado por todo mi alrededor, esperando que ella también me encontrara. Recorrí cada pasillo de la primera y segunda planta, pero allí no estaba. Me quedaba la tercera planta, mi última oportunidad y cuando noté que el olor se hacía más fuerte apuré el paso y me detuve delante de una puerta, la cual abrí sin pensar en nada más que en mis ganas de conocerla, pero cuando vi el interior de aquella habitación me quedé totalmente en shock.

Había un médico hablando con una pareja, sí, una pareja, ella no podía ser. Los tres me miraron confundidos al notar que había entrado sin ni siquiera llamar a la puerta, y yo no sabía que contestar ni como reaccionar, la sensación me trajo hasta aquí, revisé toda la habitación y entonces fue cuando vi que la mujer tenía un bebé en brazos.

-¿Quién eres tú? -Preguntó la mujer preocupada al ver mi cara.

-Hey amigo, ya puedes ir saliendo por dónde has venido.

-¿Le ocurre algo señor? -El médico se acercó a mí, seguramente para sacarme de la habitación, pero yo no podía irme. Estaba totalmente paralizado, mis ojos no se apartaba de aquella pequeña persona que parecía profundamente dormida y tranquila.

-¿Un bebé?¿Un bebé es mi Mate?

-¿Qué? -El hombre, que supuse que sería el padre que estaba sentado al lado de su mujer, se levantó enfadado. -¡No te atrevas a acercarte a mi hija!

-¿Mi mate es vuestra hija...? Un bebé...

-No, definitivamente no. No sé quién eres y menos voy a dejar que me quites a mi hija recién nacida, animal.

-¿Recién nacida?

-James. -La mujer habló con una voz baja y dulce y él se dio la vuelta enseguida para escuchar a su compañera. -Emily se va a despertar, así que bajad la voz o hablad en otro lado.

-Emily... -Incluso su nombre era precioso. Quería acercarme a ella para verla mejor,  pero su padre no me dejaría dar un paso más, debía razonar con él antes de moverme. -No puedes ir contra las leyes, he encontrado a mi Mate, merezco verla.

-Solo es un bebé, no voy a aceptarlo.

-Yo no me moveré de aquí. Debes saber perfectamente que no puedo.

-Sacadlo de aquí. -Se dirigió al médico, pero él levantó las manos y negó con la cabeza.

-No puedo hacer nada en estas circunstancias, son las leyes. -Pero la respuesta del doctor le puso incluso más nervioso.

-Está bien, James. -Creo que la única persona con la que podría razonar era ella, parecía más tolerable y sensata. -Perdona a mi compañero, entiende que todo es muy repentino y es nuestra hija de la cuál estás hablando. Me llamo Lisa, y él es James, ¿quién eres?

-Me llamo Elliot Greyback.

-¿Greyback? -Mi apellido era muy conocido en esta ciudad, conocido por los que eran como yo. -Puedes acercarte, querrás verla supongo...

-Por supuesto. -Me acerqué a ella y en cuanto estaba a su lado vi perfectamente lo preciosa que era, era imposible no sonreír al verla.

-¿Puedo cogerla?

-Claro, pero con cuidado, no queremos que se despierte.

Me la dio y la cogí entre mis brazos. Si ya era bonita dormida, despierta sería perfecta. Sus pequeñas manos cerradas, su nariz redondeada, sus labios rosados, su pelo castaño, todo para mí era perfecto. Tenerla cerca de mí me hacía sentir muy feliz y tranquilo, era difícil de explicar la necesidad que sentía de cuidarla y protegerla. Desde el primer momento en el que la vi supe que debería esperar paciente, porque ella sería mi futuro. Sinceramente me esperaba encontrar con una mujer, pero ahora estoy seguro de que ninguna podría superar la belleza de Emily y nada me hará más feliz que esta pequeña.

Mi Pequeña MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora