1º Día de Convivencia

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Narra Elliot:

Cuando su madre dijo aquello, ella se fue de nuevo a la habitación. Estaba enfadado, quería ri a buscarle y deshacerme de él para que nunca pudiera acercarse de nuevo. Yo tenía que haber sido el único, yo debía darle su primer beso. ¡Yo! Ella es mi mate, nadie más podía acercarse a mi compañera. Tal vez sea demasiado posesivo, pero llevo demasiado tiempo lejos de ella y no me puedo controlar. Ha cambiado, no me recuerda... Creí que volvería a ser como antes, pero me he equivocado.

Sus padres se fueron en cuanto dejaron sus cosas, y antes de que perdiera la cabeza decidí subir arriba. Estaba tumbada en la cama, escuchando música con el móvil. -Emily. -Me miró, pero no me contestó. -Sé que ahora estarás enfadada y confusa, pero aún así entiende que yo... -Se quitó los auriculares y aproveché el momento para acercarme.

-No tengo nada que hablar contigo. Desde que has aparecido me has estado arruinando la vida.

-Sé que no hemos empezado con buen pie, pero quiero que nos llevemos bien, por favor.

-¿Por qué no buscas a una chica que te aguante? Aunque dudo que encuentres una.

-A la única que quiero es a ti, Emily. 

-¿Pero te estás escuchando? Tengo 105 años (15 años) y tú 301 (43 años), estás loco.

-Cuando naciste tú me llamaste, y sigo aparentando el mismo aspecto que hace 105 años, para un lobo la edad no es importante. Yo te reconozco como mi compañera, y cuando cumplas la mayoría de edad tú vendrás a mí y me reconocerás. Estaremos juntos y seremos felices. -Alargué mi mano hasta ella, pero retrocedió en el último momento.

-No, eso nunca pasará. Me niego a aceptarlo, tú no eres nadie para mí. ¿Ahora tengo que dejar a mis amigos por tu culpa?

-Ya harás amigos en otro lado, y todo estará bien. Con tenerte aquí es suficiente para mí, después de haber esperado tantos años ya puedo dormir tranquilo. -Me senté en la cama y tiré mi pelo hacia atrás, debería de ir a cortármelo. -Tu desayuno todavía está abajo.

-No quiero comer.

-Cuando eras una niña eras más agradable conmigo. En algún momento tendrás hambre, puedes coger lo que quieras de la cocina y si te apetece algo solo dímelo. 

-No intentes chantajearme, jamás aceptaré nada de esto.

-Está bien, te dejaré tranquila. Si intentas escapar lo sabré enseguida, puedo seguir tu olor y encontrarte, ¿entendido?

-Fuera de aquí.

Va a ser muy difícil tratar con ella, al menos hasta que se acostumbre y asuma la idea de que vamos a pasar mucho tiempo juntos. ¿Deberías avisar a mi madre para que me eche una mano, o a mi hermano? Lotty vuelve a estar desaparecida por ahí, dudo que consiga ponerme en contacto con ella.

Por la tarde estuve trabajando en el salón, poniéndome al día con todo el papel que me entregaron cuando regresé, y esperé pacientemente a que Emily bajara, pero ni siquiera a la hora de la cena bajó. Subí de nuevo y allí estaba, tirada en la cama sin hacer nada.

-¿Todavía sigues ahí?

-Lárgate. -Ignoré el comentario y me dirigí hasta el armario, de dónde saqué una camiseta y un pantalón cómodos. -¿Qué haces?

-Voy a darme una ducha. -Cogí la toalla y cerré el armario.

-¿Aquí?

-¿Tú que crees? Esta es mi habitación, ese mi baño y todo esto es mi casa, la cual construí con mi dinero.

-Espera...¿Es tu habitación? ¿Y dónde se supone que vas a dormir entonces?

-En mi cama, es decir... dónde estás tú.

-No, de eso nada. ¿Entonces dónde voy a dormir yo?

-Duermes aquí, ahora también es tu habitación.

-No voy a dormir contigo, antes prefiero beber lejía. Pervertido.

-¿Crees que me voy a aprovechar de ti mientras duermes? Tienes una idea muy equivocada de mí. Si no quieres dormir aquí, el sofá es muy cómodo, aunque hace algo de frío allí abajo.

-¿Y por qué no vas a dormir tú a ese sofá?

-Yo no me voy a mover de aquí. -Sonreí al verla tan nerviosa, y me metí en el baño.

Sería la primera noche que dormimos juntos, solo pensar que la tendría entre mis brazos otra vez me hacía el hombre más feliz del mundo. Poder oler esa fragancia de vainilla y rosas tan cerca de mí era lo mejor que podía pensar ahora mismo.

Cuando salí de la ducha, ya arreglado y vestido con mi ropa de dormir, no vi a Emily en la habitación y eso me preocupó. Bajé corriendo las escaleras, pero cuando llegué hasta el último peldaño la vi tumbada en el sofá. Estaba viendo alguna serie en su ordenador, eso parecía.

-Mira que eres cabezona.

-Cállate, todo es tu culpa.

-¿Quieres que te haga algo de comer? -Me acerqué a ella y me apoyé sobre el respaldo del sofá.

-No quiero nada de ti.

-¿Y no quieres dormir en la cama?¿Vas a dormir aquí, con este frío?

-Prefiero morir congelada a subir contigo.

Resoplé decepcionado con su respuesta, pero no podía soñar demasiado, debería ir despacio. Abrí el guardarropa y de allí saqué una manta lo suficientemente grande para que pueda dormir sin pasar frío. Sin decirle nada, se la eché por encima y la arropé al igual que hacía cuando era una niña.

-¿Qué haces?

-No quiero que cojas un resfriado. Así mejor, ¿no? -Agarró la manta y ignoró totalmente mi pregunta. -La nevera esta llena y los armarios también, come lo que te apetezca. Menos el alcohol, todavía no has cumplido los 126, así que está abajo llave. Si sales lo notaré al momento, podría saber dónde estás aunque te alejaras 10 km de aquí, y si te arrepientes, la puerta de mi habitación está abierta y hay suficiente sitio para los dos en la cama.

-¿Has acabado ya? Quiero dormir.

-Buenas noches Emily.

Pero aunque quisiera dormir no podía. Llevo casi tres días sin dormir, por las ganas que tenía de volver a casa y verla, por lo que pasó anoche y ahora porque esa niña no estaba a mi lado. Daba vueltas en la cama, sin poder dejar de pensar en Emily, tal vez deba bajar a comprobar que estuviera bien. Me moví por la casa en silencio, y cuando entré en el salón la vi dormida y agarrada a la almohada. ¿Por qué demonios estoy celoso de esa almohada? Debo tranquilizarme un poco.

Se ve tan adorable, incluso es más bonita cuando no tiene el ceño fruncido. Todo en ella se ve bien, debe ser porque estoy locamente enamorado de esta chica. Quiero besar sus rosados y finos labios, quiero entrelazar mi mano con la suya y escuchar mi nombre con su dulce voz. Me senté en el sofá con cuidado para no despertarla, aunque parecía estar profundamente dormida, podría besarla ahora, quiero hacerlo... pero entonces debo dejar que las cosas fluyan al igual que las agua de un río, pero pronto mi deseo será cumplido.

Mi Pequeña MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora