¿Qué va a pasar conmigo?

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Narra Emily:

Cuando desperté vi a Thomas a mi lado desayunando, supongo que todos debían desayunar para coger fuerzas para lo que pasaría pronto.

-Buenos días.

-Buenos días. -Me levanté y él me ofreció una taza de leche. -Gracias. ¿Dónde están tus hermanos y tu madre?

-Se han ido a un lugar más seguro en el otro lado, como todos los demás niños y personas mayores.

-Claro. -Le miré y parecía nervioso. -No te preocupes, ellos estarán bien y tú también.

-No he dormido mucho pensando en todo lo que pasaría.

-No falta mucho, debo dar la señal para avisar al Alfa y a los cazadores en el otro lado.

-¿Cómo lo harás? -De la chaqueta saqué una pequeña pistola roja. -¿Qué es eso?

-Una pistola de bengalas. Los humanos las usan para enviar señales de emergencia.

-¿Hay humanos en dónde vives?

-Claro, tengo amigas humanas, aunque ellas no saben nada de como somos. Ni nada de esto, en la escuela que estaba cuando era pequeña, había niños lobos y niños humanos, y no había ningún problema.

-Nuestro Alfa dice que los humanos son una amenaza para nuestra especie, y que son peores que los monstruos.

-Pues gracias a ellos tenemos muchas cosas útiles, ya lo verás cuando salgamos de aquí. Debo ir a un punto alto, para que lo vean.

-Hay Omegas arriba de los muros, debe haber algún camino para subir.

-Sí, los he visto. Le preguntaré a Viktor. Él tampoco debe tardar en venir.

Acabamos de desayunar rápidamente y salimos de la casa. Todos hacían vida normal, como si no pasara nada y para que los Omegas no sospecharan y nosotros debíamos acercarnos a la entrada en la que nos encontraríamos con Viktor. Me puse la capucha y nos pusimos en camino, pero mientras caminábamos no podía sacarme de la cabeza que los Omegas también se comportaban de una forma extraña.

Cuando llegamos hasta el sitio acordado, vi a Viktor y enseguida nos acercamos a él, asegurándonos que nadie nos estaba viendo.

-¿Está el camino libre?

-A esta hora nunca hay nadie por esta entrada. Vamos. -Pero de pronto me agarró a mí y paró a Thomas. -Tú no, debes estar con tu madre y tus primos.

-Ellos ya están seguros lejos de aquí.

-Pues vete a ayudar a otro lado, es mejor que vayamos solos.

-Pero...

-No pasa nada, Thomas. Nos reuniremos en la entrada principal.

-Está bien. -Se miraron mal y después él se dio la vuelta y se fue.

-Tenemos que llegar arriba, ¿conoces algún camino?

-Sí, por aquí podemos llegar a unas escaleras que llevan a la parte superior.

Había algo en las palabras de Viktor que no me gustaba nada. Pero... tal vez era mi imaginación. Fuimos hasta aquella entrada que llevaba hasta un pasillo oscuro. Él iba delante de mí y yo le seguía de cerca, ya que las luces que allí había no iluminaban demasiado bien el camino y no quería caerme, pero ese pasillo era más largo de lo usual... no parecía que estuviéramos cruzando el muro.

-¿Viktor, seguro que este es el camino?

-¿Quién de los dos se ha pasado media vida saliendo y entrando de estos muros?

Mi Pequeña MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora