Un Cruel Plan

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-¿Han sufrido daños?

-No señor, les hemos paralizado y dormido como lo dijiste.

-Bien, nuestro comprador no quiero que la mercancía esté dañada.

-¿De verdad hace falta encadenarlos tanto? No parecen peligrosos vistos así.

-Si le cortas la cabeza a un lobo, ésta sigue mordiendo aunque esté fuera del cuerpo, mejor ser precavidos. En marcha, nos quedan horas de camino.

-Sí señor.

Narra Alastair:

Me dolía mucho la cabeza y cuando intenté mover mis manos algo me lo impedía. Cuando abrí los ojos noté que estaba tumbado en algo frío y duro. Tenía los pies y las manos atadas con correas y tenía una cadena en el cuello. Todo era blanco, como un laboratorio, y eso no me gustaba nada. A mi lado estaba Emily igual que yo con ropa blanca y atada en una camilla. Todavía seguía inconsciente.

-Emily, despierta. -Parece que me escuchó y se empezó a mover.

-Hum...¿Alastair? -Abrió los ojos y se asustó al ver donde estábamos. -¿Qué es esto?

-Alguien nos ha traído aquí. ¿Estás bien?

-Solo me duele la cabeza.  -Intenté romper las correas haciendo fuerza para liberarme, pero no era capaz. -¿Puedes transformarte?

-Si lo hago esta cadena me ahogará. Tsk...lo tienen todo preparado. -La puerta se abrió y entraron varias personas, algunas iban con una bata blanca y otras eran como las que entraron en casa.

-Parece que ya despertaron.

-Sentimos la incomodidad de las cadenas, pero es por vuestra seguridad.

-¿Seguridad? ¡Dejadnos salir y me pensaré no mataros!

-Parece que estás nervioso, dadle algún calmante.

-¿Qué es todo esto?¿Por qué estamos aquí?

-¡Vaya, un albino! -Un hombre con gafas se acercó a mí demasiado emocionado para mi gusto y me empezó a tocar el pelo.

-No me toques con tus sucias manos.

-Es la primera vez que veo uno.

-Profesor Gillies... Aquí tiene sus datos. -Aquel tipo era el que se presentó aquella vez en nuestra casa, sabía que debía matarlo en cuanto lo vi.

-Con que te llamas Alastair...y la chica, ¿Emily? ¿Chica...? No me habías dicho que traerías una hembra. Dijiste que eran dos. Es la primera hembra que tenemos. -Se alejó de mí y se acercó a Emily y cuando tocó su pelo me puse nervioso.

-¡No la toques!

-Maravillosa marca de celo.

Le tocó el cuello y eso fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia. Busqué rápido una manera de salir, y se me ocurrió algo que me haría daño, pero que me sacaría de allí. Me transformé y olvidadno el daño que me estaba haciendo la cadena en mi cuello conseguí romper las correas y liberarme. Bajé de la camilla, pero esos tíos cogieron la cadena y me tiraron hacia atrás.

-Vaya, sí que estás nervioso.

-¡Alastair!

-Aflojadle la cadena, se está ahogando, y agarradle bien.

Ataron la cadena en un poste de metal, pero me dejaron el cuello libré de presión. Intenté romper la cadena con los dientes, o arrancar el poste con fuerza, pero no era capaz. Todos se alejaron de mí y la cadena no me dejaba acercarme a nadie.

Mi Pequeña MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora