parte 15

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—Ya me quedo claro que no iré a ningún lado.— Asegura alzando sus manos, para lograr tener distancia entre ambos.

Thomás sonríe limpiando sus labios, de los cuales aún yacían algunas gotas de sangre de Sophia, la había reanimado y ambos habían estado de nuevo envueltos en aquél deseo de beber el uno del otro...

 Pero él solo pudo hacerlo de una bolsa, mientras que ella fue obligada a beber de su vena.

—Es bueno que vayas entendiendo quién manda, princesa.— Tira la última bolsa de sangre que le quedaba de Sophia al tacho de basura y sonríe irónico.

—No deberías de tirar eso ahí.— Se queja y lo mira con desprecio, mientras que lleva su taza de té a sus labios.

—Da igual.— Murmura chasqueando los dedos y haciendo desaparecer la bolsa del tacho.

—¿Ahora puedo irme?— Cuestiona levantándose de la barra de la cocina.

—Claro.— Alza su mano señalando la salía hacia el comedor.

—Hasta luego...— Dice con burla...

—Pero no de la casa.— Pestañea queriendo sonar inocente pero se está divirtiendo mucho con hacerla enfadar.

—Se supone que si me obligaste a beber de vos.— Comienza.

Él rueda los ojos. —Te gusto, así que ya no cuenta como obligación.— La corta chasqueando la le gua a lo que ella suspira y niega molestas porque la interrumpió.

—Como decía, se supone que me siento en excelentes condiciones y puedo ir a trabajar o a dónde a mí se me antoje, porque que yo sepa esto no es una prisión, Thomás.— Exclama alzando un poco el tono de voz, pero no lo suficiente.

—Quizás lo sea, princesa.— Sube sus hombros.

—Que te jodan.— Exclama saliendo e intentarlo golpearlo con el codo, gesto que le sale mal, porque ella sale adolorida contra la roca que es él.

—Ya lo hiciste.— Murmura para sus adentros.

Sabiendo que Sophia no es capaz de escucharlo, pero sí se da vuelta corroborando hacia donde ella va, de cualquier manera coloco un hechizo en las instalaciones para que la rubia no pueda salir de la propiedad.

Espera que no lo intente y pueda cumplir en su palabra porque sería de nuevo tener otra confrontación o cruce de palabras entre ambos y verdaderamente con uno al día Thomás tiene suficiente.

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Sophia descansa en sillón de la terraza /balcón con un libro apoyado en sus piernas a medio leer.

Thomás tiene la vista perfecta de todo el panorama desde su habitación, desde la cual la estuvo observando bastante tiempo si se quiere entrar en detalles.

—¿Por qué te gusta tanto el exterior?— Murmura sin poder dejar de observarla.

El frió cristal comienza a helarse de a poco dándole la alerta a Thomas de qué ya no es seguro para ella que se quede tanto tiempo fuera, sin embargo, la deja seguir disfrutando un poco más.

Un guardia de seguridad, para nada humano, desde abajo le levanta el pulgar para darle el okey de que todo está controlado y sigue su camino...

—Sophia... Sophia.—  Thomás Suspira y lleva su mano derecha a la nuca luego de haberle asentido con la cabeza de manera monótona prácticamente.

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