parte 41

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—¿Que estas haciendo?— Luna lo increpa rodeando los ojos.

Thomas suspira dejando a un lado a la morena que tiene en sus piernas.

—¿Sabes lo que es llamar antes de entrar?— se queja completamente molesto.

La morena desaparece inmediatamente de la habitación llevándose una mirada de asco por parte de la morocha de ojos verdes.
Su hermana sonríe.

—Sophia esta en tu casa, supuse que no hacia falta una carta formal para avisarte eso.— Le hace saber con una sonrisa burlona.

Thomas tuerce sus cejas mirando su reloj pulsera.

—Las clases aun no finalizaron ¿Por que esta en casa?— Comenta confundido.

Luna sube sus hombros mordiendo su labio inferior.

—Aron tuvo que ir a buscarla, una profesora al parecer le hablo mal y ella se puso a llorar y la congelo con la mirada.— Explica mirando como su hermano cambia su rostro a medida que va avanzando en su relato.

—¡¿Sophia la congelo?!— Arruga su entrecejo capaz de entender a medida que sale de la oficina en busca de su alma gemela.

—Eso es lo que parece, ella esta asustada y se encerró en tu habitación junto a ese peluche de unicornio celeste que le trajiste del mundo humano.— Explica sin mas.

Tuerce las cejas confundido dejando atrás a su hermana para ingresar directamente a su habitación, encontrándose con la pequeña de ocho años llorando en su cama. Y tal como había dicho luna, abrazada a aquel unicornio.

—¡No vengas, Thomas... Lo arruine todo y se que estas enojado!— Susurra entre lagrimas sabiendo que él ya esta en la habitación.
Thomas sonrie por su actitud.

—¡No estoy enojado, bonita!— Deja en claro divertido.

Sophia levanta su cabeza y lo mira con su rostro completamente rojo del llanto.
—¿No?— Cuestiona sorprendida en su dirección, mientras que Thomas niega con la cabeza.

—¿Que sucede, princesa?— Interroga tomando asiento a su lado.

Ella inmediatamente lo ve, se intenta alejar del miedo.

—¡¡¡No quiero lastimarte, Thommy!!!— Susurra entre lagrimas incapaz de verla.

—¡No me vas a lastimar, princesita!— Sonríe tomándola en brazos para alzarla y sentarla en su regazo.

La rubia lo mira preocupada.

—¿Como estas seguro?— Hace un puchero que compra al morocho inmediatamente.

—Vos no me lastimarías, princesa.— Suspira quitando las lagrimas y acariciando su cabellos en aquella trenza ahora despeinada.

Ella lo mira asustada mostrandole sus manos.

—¿Me podes enseñar a no hacerlo más?— Susurra recordando como sus compañeros la miraban asustados.

Thomas sonríe mordiendo su labio inferior.
—Te puedo enseñar algo mucho mejor— Asegura guiñándole un ojo y llamando la atención de la pequeña.

—¿Mejor?— Se asombra con curiosidad.
Thomas asiente.

—A saber usar tus habilidades.— Sonríe cual gatito orgulloso de su alma gemela, lo único que lamenta es no haber estado presente para deleitarse en vivo y directo.

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