parte 48

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—¿Se puede saber dónde estamos?— Rueda los ojos y se desata de su agarre, él sonríe de costado.

Chasquea la legua y la mira divertido, es increíble con lo que cambia su humor, hace segundos prácticamente estaba por romper toda esa pequeña casa del te y ahora sonríe molestando a la rubia de no saber dónde se encuentran ubicados realmente.

—¿No te das una idea?— La analiza de arriba abajo disfrutando de cómo ella se siente, vuelve a sonreír mojando sus labios levemente...

—Te estoy preguntando por algo— Suspira mirando con curiosidad a su alredor.

—La compre... ¿Te gusta?— Sube sus hombros y la mira esperando su reacción.

Ella abre la boca y la vuelve a cerrar, frunce el ceño y se examina al gran ventanal, abre sus ojos con gran admiración cuando se encuentra con la torre Eiffel a pocos metros de ellos, se da vuelta y mira al morocho que aún se encuentra cruzado de brazos apoyado sobre la pared más cercana, hace rato que dejó a un lado su campera y buzo.

Solo lleva su camisa de jeans con dos botones desabrochados junto con sus mangas arremangadas, los tatuajes aparecen debajo de ella, asomándose y pidiendo ser más expuestos.

—¿Compraste este departamento?— Por supuesto que a ella le encanta, incluso no puede evitar ocultar su sonrisa en su rostro.

Pero rápidamente lo intenta, no resulta para el morocho, quién ya vio su sonrisa pero igualmente mantiene su postura.

—Si, eso dije, princesita.— Responde.

—¿Y para que?— Nunca falta la desconfianza.

Thomas suelta una carcajada tosca y se acerca un poco más hacía ella.

—Solo la compre y ya.— Brama.

Sophia aprieta sus labios y traga saliva ante tal cercanía,

—Vos nunca haces algo de manera desinteresada, así que me gustaría por favor saber el motivo por el cual compraste este departamento.— Traga saliva por la cercanía.

—Vos sabes porque, princesa.— Sube sus cejas y analiza su rostro con sus ojos aún algo colorados.

—No lo sé— Traga saliva ante la cercanía.

—No respondiste si te gusta o no... Es nuestra...— Moja sus labios mientras que disfruta de su cercanía.

—Thomás...— Achina sus ojos intentando leer su mente, pero se lo prohíbe cómo siempre sucede.

Una carcajada resuena en su cabeza y sabe perfectamente que es el morocho burlándose de ella, aprieta sus labios y se queja mentalmente por no poder con él...

—Vas a tener que hacer más que eso si querés averiguar algo... Aunque bastante bien intentándolo, me sorprende que nunca te cansas de intentarlo, princesita.— Sube sus cejas mostrando algo de ironía y burla en sus palabras y gestos.

Sophia no se deja intimidar por sus palabras, acomoda su cabello hacía atrás y eleva la barbilla luego de haber disfrutado de la preciosa vista.

—¡¡Imbécil...!!— Murmura frustrada.

—Me gusta que lo intentes, eso es un avance y por sobre todas las cosas perseverancia.— Se ríe.

Toma aire para pensar un segundo todo lo que está pasando, además de los bruscos cambios de humor del morocho que le dan náuseas.

—¡¡¡Lo único que te gusta es burlarte de mi, Thomas!!!— Le recuerda cansada.

—Para nada, princesa, incluso me alegra tu progreso.— Sonríe pensativo.

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