parte 50

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—¡Estás siendo egoísta, sólo te interesa saber cómo lo hice y no te pones a pensar en los daños!— Se queja con lágrimas en sus ojos.

—Sophia... Te estoy preguntando porque es importante.— Alza su barbilla y la mira.

—¡¡Cualquier excusa que vayas a decir no va a funcionar, porque tenías todo este tiempo algo que era mío y jamas pensabas dármelo!!— Le advierte.

—¡¡Ya sabes lo que somos y cómo funciona, nosotros... Esto es así, desde hace mucho ya..!!— Brama.

Ella niega con la cabeza y sonríe nerviosa.

—¿Te referís a que vos querés gobernar siempre sobre mi? ¿Ocultándome todo como venías haciendo?— Alza tus cejas.

Thomas niega con la cabeza intentando controlar sus emociones.

—¡Lo que hayas visto no significa nada, no te enrosques con esas cosas!— Pide, bastante nervioso por todo lo que vio en su mente.

—¡No podes pedirme que lo olvide!— Se ríe mordiendo su labio inferior.

—¡¡¡Son prácticamente idioteces!!!— Dice.

Pero para ella claramente que no son idioteces de ninguna manera y más ahora sabiendo todo lo que él le había obligado a borrar de su mente.

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—¡¿En serio puedo?!— Lo mira emocionada con el gatito en su mano.

—Puede quedarse en casa y podes venir a verlo todos los días que quieras.— Sonríe tomando al pequeño en sus manos para qué la pequeña Sophia comience a querer alcanzarlo.

Finalmente el se le vuelve a entregar y ella le da un beso en su mejilla emocionada por el favor que le está haciendo.

—¡Gracias gracias gracias gracias!— Suelta sin dejar de acariciarlo con mucha delicadeza y por sobre todas las cosas con devoción.

—De nada, princesa, yo me voy a encargar de cuidarlo.— Asegura suspirando.

—¡Sos el mejor, Thommy!— Exclama emocionada tirándose a sus brazos.

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—¡Muchos ángeles y demonios están destinados a sus almas gemelas que sí se quieren y sobre todo se tienen respeto!— Se carajea.

Thomas lleva una mano a su barbilla y niega con la cabeza.

—¡No tiene que ver con eso!— Se queja apretando sus puños deseando que ella olvide absolutamente todo.

Pero sabe que no puede hacerlo... No otra vez.

—¡¡Así que no generalices, porque no es un problema de las almas gemelas, es un problema tuyo y mío!!— Aprieta sus labios... —Mas tuyo...— Murmura...

—Nosotros somos los únicos que somos de dos especies distintas destinados a estar juntos o a necesitarnos por toda la eternidad...— Le recuerda con una sonrisa de costado con un poco de melancolía...

—¿Y con esto me estás queriendo decir qué?— Se ríe.

—¡¡Es por esa simple razón que no funcionamos como todos los demás!!— Rueda los ojos bastante molesto por tener que explicar algo que para él resulta muy obvio.

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