En cuánto llega a su propiedad, su amigo se encuentra, aún, en el piso de la sala.
Los muebles se encuentran, todavía, tirados y Thomas con un ágil movimiento de manos, mientras carga a la rubia, recompone la escena.
—Te lo mereces, Aron, y lo sabes.— Demanda furioso.
Todo vuelve a su lugar, perfectamente ordenado y prolijo...
Todo menos al rubio qué continúa tirado, padeciendo el dolor que su cuñado le infligió.
—Deberías de agradecer que somos eternos, porque no voy a perdonarte esto por un buen tiempo.— Alza su barbilla mirándolo desde su altura.
No puede dejar de mirarlo con mucho resentimiento y odio, por otro lado, ese lado humano que le enseñó la rubia a tener, le dice que su amigo verdaderamente no pidió la sangre de su hermana, sino que fue ella quien se la ofreció, pero teniendo en cuenta la situación en la cuál se encontraba Arón, lo más factible era que él terminará accediendo.
—"Cu... Cuid...Ala."— Susurra en su mente con la poca fuerza que le queda.
Lo ignora completamente y sube los dos pisos que lo separan de su habitación, en dónde deja durmiendo a Sophia, quién yace ajena a todo lo que sucede a su alrededor desde hace una hora.
La mira unos minutos recostada en la cama.
—Solo vos podes generar que quiera lanzar una peste y matar masas de seres innecesarios en la tierra.— Traga saliva con sus puños apretados y su mandíbula tiesa.
Su rostro es de total armonía y calma generándo en él una sensación de relajación, tanto en su cuerpo cómo en su mente, a pesar de los últimos acontecimientos.
El morocho moja su cara en su baño y se seca con la toalla blanca rápidamente, para luego tirarla en una esquina del baño despreocupándose de dónde fue a caer.
—¡Me frustras tanto!— Se queja mirándose al espejo.
Se coloca una campera casual y da un último vistazo a la rubia, mientras sale de su placard.
—¡Quisiera hacerte sufrir todo lo que yo sufrí cuándo lo sentí, pero no puedo... No puedo generarte mas dolor!— Escupe y luego niega. —Yo... No puedo hacértelo!— Admite enojado consigo mismo.
Seguramente podría haberla dejado en su habitación, la cuál ya esta más que amueblada, pero su simple instinto hizo querer dejarla allí.
Ya sea para molestarla o para sentirse seguro durmiendo con el olor que ella vaya a dejar en sus sabanas, probablemente, cuándo se despierte y se vaya a su cama.
Toma las llaves de su camioneta de la mesa de entrada, y se encamina a su estacionamiento.
Los guardias lo siguen y antes de subirse él les hace una seña para que no lo sigan y cuiden la casa. Por más que Thomas no los necesite son sus lacayos, y es algo que no puede evitar, que le sirve y regocija la mayoría del tiempo, aúnque, en días cómo hoy, en el cuál su temperamento pende de un hilo, prefiere mantenerse lo más alejado posible de ellos.
El viaje en sí es corto, su primer destino es el barrio de la cooperativa dónde su empresa estaba mas que relacionada, con todos aquellos humanos.
Sophia cerraría su boca y no lo molestaría si él hacía las cosas bien por el momento.
Su camioneta hace suspirar a los niños que jugaban por la calle con sus viejas pelotas, todos se quedan quietos e impactados por su presencia, querían acercarse a él, pero su porte los hace mantenerse en sus lugares con sus miradas sorprendidas, y sus almas asustadas por su aura negra que lo acompaña.

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DESTERRADOS
FantasyDos almas gemelas que no quieren estar juntas, compartiendo un destierro desde hace más de cincuenta años. Un amor inevitable que se hace cada vez más imposible con el correr de los años. El diablo enamorado de su ángel. Y su ángel asustada por su a...