parte 16

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La rubia se recompuso  con delicadeza en su cama, tomando su cabeza con ambas manos... Aún nevaba afuera, y el viento golpeaba con fuerza las ventanas mientras que los pinos se chocaban entre si.

Aprieta sus labios y traga saliva, mientras sube sus rodillas a la altura de su barbilla para abrazarse a si misma.

Estaba cansada de siempre despertar en su cama, aquella acción le recordaba continuamente lo débil que era y no quería sentirse así.

—No es posible, no de nuevo.— Muerde su labio inferior, llevando su mano a la cabeza pensando otra vez lo mismo...

Sentía unas náuseas terribles, gracias al efecto de tener su cerebro revuelto.

Acababa de caer en los brazos del morocho, nuevamente, perdiendo el conocimiento, qué eso es lo que más le preocupaba...

No pudo evitar que su vista se perdiera entre esos pinos que se movían entre sí, ya que amaba ese tipo de paisajes, y le gustaba por demás verlos blancos, gracias a esos grandes copos de nieve cayendo a sus alrededores.

—¿Acaso se atrevió a cambiarme?— Se queja negando con la cabeza.

No puede hacer otra cosa que hablar consigo misma.

Prende la televisión y en cnn están informando un ultimo momento, una parte encontrada de un camión de cocaína había sido vendido por limosnas a un barrio muy carenciado que estaba siendo auspiciado por ella.

—¿Qué?— Demanda boquiabierta.

La ira se apodera de cuerpo, la nota televisiva encamina a que los dueños de ese camión son dos y conviven con ella lamentablemente.

—¡Voy a matarlos!— Murmura furiosa.

De un salto se reincorpora a la cama, sin importar su mareo, coloca sus jeans rasgados en su cuerpo y se pone unas adidas super stars en sus pies.

—¡Malditos demonios egolatrías!— Exclama fuera de sí.

Se deja la misma camisa que tenia cuándo despertó y sale corriendo al despacho de Thomas, sin importarle cómo tiene el cabello de revuelto.

Pasa por alto el hecho de que estaba acostada en la cama y desnuda, pero eso es algo de lo que se va a preocupar después, ya que de haberse acostado con él, por supuesto, que lo hubiera sentido, y eso es algo que sabe muy bien que no sucedió, y que no esta en sus planes ni en su mente que suceda, aúnque, su cuerpo le pida lo contrarió cuándo el morocho la toca con sus yemas frías...

—¡Thomas!— Exclama furiosa.

Abre la puerta color pino, sin detenerse a golpear delicadamente cómo hubiera echo si estuviera calmada.

Sus modales no se encuentran activos cuándo su cerebro se enoja.

—¡¿Princesita, despertando de mal humor, acaso?!— Sonríe divertido al verla.

Eso es nuevo en ella y la sorprende, dado a que siente una extraña energía negativa que invocan a la furia y el enojo recorrer por todo su cuerpo, por lo que Thomás alza su cabeza con intriga al verla parada en el marco de la puerta con sus mejillas coloradas a punto de explotar.

—¡No me llames así!— Se queja.

Lo que le resulta divertido y extraño, tanto que hace que esboce una pequeña sonrisa es que tiene el iris de sus pupilas en un color levemente rosado, casi queriendo pasarse al rojo, y no puede evitar mencionar internamente que eso lo enciende completamente...

Y por otro lado lo enorgullece.

—Mi bolsa de sangre vino a verme por su propia voluntad, esto si que es una novedad, algo para festejar diría yo...— Sonríe de costado, alzando sus manos al aire.

DESTERRADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora